"LOS VIOLADORES, UNA BANDA CON NOMBRE IMPROPIO". Por Cherco Smietniansky

Corría el año 2016, cuando anunciaron su enésimo regreso y estaba claro que si ellos volvían yo también lo haría.

Desde aquella "despedida" en Obras junto a los fantásticos U.K. Subs y con Beto Zamarbide de invitado, que no asistía a un recital de Los Violadores y la cuenta me daba 24 años.




Ellos habían conformado -junto a Sumo y Los Redondos- la banda de sonido de mi juventud y les puedo asegurar que de tanto escucharlos, la púa del Winco dejó verdaderos surcos en aquel histórico LP de tapa amarilla y roja que en su interior traía de regalo una entrada para ir a Le Paradis.

Fueron en mi vida la puerta de entrada al punk rock, porque aunque les cueste creerlo, primero los escuché a ellos y después supe de los Pistols y The Clash.

Tengan en cuenta que se habían formado en el 81 en plena Dictadura y que aún estaban latentes los coletazos de la movida de crestas y alfileres surgida del otro lado del continente, con lo cual se podría decir que ellos hicieron punk rock casi en tiempo real.

Faltaba mucho aún para que irrumpiera en escena "Invasión '88", ese disco trascendental que reunía a lo mejor de la segunda camada punky. Sin embargo por alguna razón  fue promocionado como el primer disco punk del país, lo que implicaba una negación de Los Violadores e incluso de Todos Tus Muertos cuyo primer disco había sido dado a luz unos meses antes. Insisto en que "Invasión '88" fue un disco sublime, pero aquella autoproclamación de ser el pionero constituía en mi opinión el segundo gran error de ese LP. El primero claro está fue haber incluido a Comando Suicida.




Pero volvamos a Los Violadores. La primera vez que los vi fue en el año 85 y la última en aquella vuelta del 2016, aunque ese detalle aún yo no lo sabía.  

Aquel regreso fue inolvidable, estábamos ahí como si el tiempo no hubiese pasado disfrutando de viejas y queridas canciones tocadas por la única formación que logró que esa banda se ganara un lugar en la historia. Esa noche Pil propuso que por un rato todos volvamos a ser jóvenes y fue una excelente propuesta para un público donde era imposible encontrar a algún sub 35. 

Recuerdo que cuando tocaron "Represión" Pil aclaró que ellos eran una banda de izquierda y que al rato volvió a tomar el micrófono para referirse a Stuka como su "enemigo íntimo".




Acá es donde debo confesarles dos cosas, la primera es que al joven que yo fui le costaba horrores digerir la postura ácida de la banda hacia los soviéticos, casi les diría que esa cuestión me ponía los pelos de punta, porque en esos años yo tenía pelo.

La segunda es que para mí lo más parecido que tenían Los Violadores con la  izquierda, era que se peleaban y dividían todo el tiempo. 

Esa noche, cuando Pil habló por última vez, fue para despedirse y prometer futuros retornos. Pero si aquel del Luna había sido un regreso con gloria, lo que vendría después sería un regreso a secas. 




Eso fue al poco tiempo, cuando se juntaron para dar una serie de recitales que incluían como punto sobresaliente una fecha en el Gran Rex. En ese recital, Pil y Stuka, volvieron a pelearse arriba del escenario y otra vez, por enésima vez, dieron por disuelta la banda.

La cantidad de peleas que tuvieron en escena el tándem Pil - Stuka sólo puede ser superada por el dúo Pimpinela, solo que en el último caso las trifulcas eran actuadas.

Me contaron que en aquel concierto no incluyeron "Viejos Patéticos" en la lista de temas, siempre intuí que había sido por piedad hacia nosotros y hacia ellos mismos.

Seguramente en aquel momento, también pensé que separarse definitivamente era lo mejor que podían hacer. Ahora, con el diario del lunes entre mis manos, ya no estoy tan convencido de eso, porque me quedé con ganas de volver a verlos alguna vez mas.

Pero eso ya no va a pasar, porque Pil se fue de gira y en su viaje se llevó un pedazo de lo que fue mi juventud.




Son tiempos de mierda para el mundo, son tiempos de mierda para el rock.  La noticia de Pil nos llegó cuando aún no habíamos terminado de asimilar las recientes partidas de un histórico saxofonista de Los Redondos y del cantante de Don Cornelio. Todo un Palo, ya lo sé. 

Son muchos golpes, todos de golpe. No sé cómo explicarlo, pero tengo la íntima sospecha que la década del ochenta ha decidido terminar de morirse.

Quedará en nosotros la opción de resucitarla de tanto en tanto.

Siempre habrá quienes recuerden a Los Violadores como la banda de rock con el peor nombre de la historia y quizás tengan razón. Para el caso ya no tendrá ningún sentido reparar si esa elección tuvo connotaciones políticas, sexuales o ambas.




De hecho, estoy seguro que si en vez de "Los Violadores" se hubiesen llamado  "Felices los Niños" como cándidamente el Padre Grassi bautizó a su Fundación, la banda se habría evitado un montón de cuestionamientos. Pero no, decidieron llamarse "Los Violadores" convirtiéndose -en abierto desafío a las reglas gramaticales de la lengua castellana- en el primer grupo con nombre impropio.

Lo cierto es que han sido mucho más que un nombre. Fueron la banda pionera de punk rock en estas tierras. La que abrió nuestras cabezas y oídos al sonido inconfundible de las guitarras distorsionadas y la filosofía del "hazlo tú mismo". La que se animó a tratar el tema Malvinas sin chauvinismos berretas ni olor a uniformes. La que reivindicó a los pueblos originarios cuando eso no estaba de moda. La que fue condenada por su nombre, pero también la que llamó a las cosas por su nombre, cuando nombrarlas te podía costar muy caro.

Al fin y al cabo, la banda que le cantó a la represión en tiempos de represión.



 


Comentarios

  1. Excelente nota, los ochentas se terminaran cuando el último casette, vinilo desaparezcan de la faz de la tierra.
    Me hiciste viajar en el tiempo.
    Larga vida al punk rock y a aquellos que fuimos.

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