Nuestras Aves en Leyendas. Hoy: el Carau - Por Rompiendo el cascarón.
Según la leyenda, Carau era un joven apuesto que vivía en un rancho con su madre anciana. Un día ella enfermó gravemente, por lo que el muchacho debió salir en busca de medicinas para curarla.
Después de buscar por horas, ya
entrada la noche, Carau halló en el camino a una muchacha muy bien vestida.
Como la joven iba hacia un baile, quiso acompañarla y pasar la noche con ella.
Horas más tarde, mientras
bailaban alegremente, un amigo se le acercó a Carau y, apenado, le dio la
triste noticia de que su madre había muerto. Le dijo que tenía que volver lo
más rápido que pudiera, a lo que Carau respondió: “Ya murió. Que siga el baile,
hay tiempo para llorar”.
Terminado el baile, ya al
amanecer, Carau volvió a su rancho. Mientras se ponía ropas negras, desató un
largo y lastimero llanto al mismo tiempo que iba convirtiéndose en un ave de
plumaje negro. Tupá, por su actitud, lo había condenado a llevar ropas oscuras
y a llorar eternamente la muerte de su madre.
Carau (Aramus guarauna, Limpkin). • ʟᴏɴɢɪᴛᴜᴅ: 45 cm. • ᴅᴇsᴄʀɪᴘᴄɪᴏ́ɴ: macho y hembra sin dimorfismo sexual. Cuello pardo negruzco en dorsal chorreado de blanco; pico amarillento en la base, resto negro, apenas curvo. Resto del cuerpo pardo oscuro. • ʜᴀ́ʙɪᴛᴀᴛ: ambientes acuáticos, a los que está asociado. • ᴄᴏᴍᴘᴏʀᴛᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ: hábitos solitarios. En el período reproductivo andan en parejas, luego en grupos. Terrícola y en ocasiones arborícola, posado en ramas. Vuelo bajo con aletazos rápidos de horizontal hacia arriba. Se alimenta de caracoles, almejas, crustáceos, anfibios, reptiles, pequeños peces, insectos y vegetales.
Para escuchar acerca de esta leyenda, los dejamos con Trío Chamamé (Carlos Viana, Carlos Borda y Guillermo Urbani), con "Carau"
Reflexión sobre la
muerte, por Liliana Duran
“La muerte no llega con la vejez sino con el olvido.”
Gabriel García Marquez
Es muy difícil poder pensar la
muerte. Los seres humanos, en nuestro proceso evolutivo construimos la
conciencia de finitud, sabemos que nos vamos a morir en algún momento. No
obstante, cada vez que nos acercamos a esta imagen, nos encontramos con un
vacío. Es por ello que necesitamos rodearla, al menos simbólicamente. Hemos
generado cultura para tratar de asirla, de comprenderla; relatos, imágenes,
rituales nos ayudan a darle forma, a acercarnos a ella.
Nuestra cultura actual, marcada
por el productivismo, por la inmediatez, da muy poco lugar a la elaboración
subjetiva de las pérdidas; los duelos muchas veces son acelerados para poder
prontamente regresar al mundo de la actividad. La muerte incluso se ha
convertido en un mercado.
El ser humano de nuestro tiempo
tiende a escaparle a la muerte en lugar de valorizar la vida. Es por ello que
muchas veces las situaciones límites, tales como las enfermedades propias o de
seres queridos, actúan como si la muerte, benévola, nos hiciese un guiño, como
si nos brindase ese “sacudón” que permite pensar las prioridades. Abruptamente,
el sujeto debe detenerse y darse el tiempo para mirar su modo de vida de manera
panorámica.
Desde lo que conocemos, sólo
podemos pensar la muerte como el fin de un ciclo. Hay quienes verán la
continuidad en otros ciclos no conocidos y quienes optarán por ver un punto
final. Pero, de una u otra manera, la vida siempre es el momento previo. Y, a
veces, es valioso recordarlo.
Cerramos esta reflexión, con José Carbajal "El Sabalero", interpretando "La muerte"
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