Al mal tiempo buena cara : relatos de las sombras; sonrisa tras las rejas - por Prof. Juan Eduardo Lenscak - ( Bloque I de VII )


Agradecimientos

A Fabián Sinsig por pedirme anécdotas tumberas para un programa radial, a fin de concientizar a las nuevas generaciones sobre lo ocurrido durante la dictadura cívico militar.

A Alejandro Vallejos, por proponerme ser partícipe necesario de un emprendimiento cinematográfico con situaciones vividas en los años de plomo. 

A mi familia, por su contención permanente en la militancia a favor de la vida, la democratización, la sustentabilidad y el respeto por la diversidad. 

A mi nieto “Totó” y a mi nieta “Pechaca” por las ilustraciones en color esperanza de la tapa (como las que recibíamos en nuestras celdas enviadas por nuestros hijos en la última etapa del cautiverio). 

A los compañeros y compañeras que ya no están, pero supieron poner al mal tiempo buena cara; y a los que siguen iluminando las dificultades de la vida con buen humor.

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Prólogo 

“Nada grande se hace con tristeza…”      

Por Fabián Sinsig ( 1 ) 

En la literatura formoseña no existen palabras tan sencillas y emotivas, y al mismo tiempo tan profundas y llenas de contenido como las escritas aquí por Juan Eduardo Lenscak.
 
Convertir en anécdotas risueñas y picarescas historias propias vividas en la más cruel y terrorífica dictadura militar como fue la del “Proceso”, es una forma más de mantener la memoria, una forma de resistencia militante.
Porque como decía Jauretche, “Nos quieren tristes, para que nos sintamos vencidos, y los pueblos deprimidos no vencen ni en el futbol, ni en la moral, ni en las disputas económicas…”. 

Exactamente eso hicieron los presos políticos de la última dictadura que compartieron celdas 
y pabellones en las distintas cárceles que los obligaron recorrer. 
Leer estas historias me embargaron hasta las lágrimas. 
Desarrollaron un creativo sistema de comunicación, inventaron una radio, crearon un calentador eléctrico, se las ingeniaron para jugar al truco o el ajedrez, crearon canciones memorables, y todo en la clandestinidad, así que imagínense. 

La elocuencia de sus palabras hace vibrar de emoción al más prevenido lector. 
No es poca cosa lo logrado por Juan Eduardo, expresar casi cómicamente la supervivencia en la cárcel en el medio de tanta tragedia y dolor, de tanta muerte y tortura. 
Desafía la tranquilidad de cualquier avezado que pudiera estar leyendo estas líneas.
 
Tener memoria y conciencia política, es menester de todo buen argentino, solo así se evitaría repetir esta oscura y nefasta etapa de la historia reciente. 
Pero la actitud siempre debe ser optimista y esperanzadora, como la de Lenscak y sus compañeros de cárcel, “Porque nada grande se hace con tristeza…”, ese creo, es el principal mensaje de este libro para nosotros y para las nuevas generaciones.


1 - Fabián Sinsig es profesor de historia, miembro de la Asociación de Radiodifusores de Formosa, militante gremial , miembro de la comisión directiva de ATE Formosa. 
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La previa 
Sin optimismo no hay 
memoria, ni futuro. 

No me pude rehusar cuando me pidieron que cuente para un ciclo de programas radiales unas anécdotas sobre la vida en la cárcel durante la dictadura. 
No tenía pensado hacerlo. Durante mucho tiempo entendí que no valía la pena quedarse en el pasado. 

Pero puesto a recordar, quise hacerlo, destacando todo lo positivo que alentó la superación de aquella situación límite.
Quizás la sintonía con aquel optimismo sirva para sobrellevar situaciones difíciles en la actualidad a quienes quieran enterarse de algunos detalles sobre lo ocurrido durante la última dictadura cívico militar desde dentro mismo de la cárcel. 
Desde esa perspectiva, sí, hay cosas para contar.
 
Para contextualizar un poco, hace falta aclarar que estuve detenido durante todo el tiempo que duró el Proceso de Reorganización Nacional. 
Me alojaron en la cárcel de Formosa, en la de Resistencia, Caseros y en la de La Plata. 
Me torturaron en la Brigada de Investigaciones de la Policía del Chaco. 
Anécdotas interesantes, hay de sobra. Aquí van algunas… como para compartir el entusiasmo de construir un futuro más equitativo, más solidario, más sustentable, como lo soñábamos cuando campeábamos aquel mal tiempo, con buena cara.

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Himno de la Reconciliación


Frente a las torturas, barrotes y viajes en avión con destino al rio, es muy difícil hablar de reconciliación. Sobre todo, detrás de las rejas. 

Pero así fue… sin que se trate del síndrome de Estocolmo. 

Estábamos en la U9 de La Plata cuando nos enteramos que se había convocado a un concurso de canciones para la iglesia católica. Decidimos participar. 

Lo más difícil fue el tema: la reconciliación. 

Era superar por la positiva la espiral de violencia y terror que padecíamos como argentinos.

Con el “Cabezón” Marotta le dimos vueltas y vueltas al asunto. Largas conversaciones sobre tema. Hasta que pusimos manos a la obra. 

Nunca habíamos hecho una canción de este estilo.

Para eso aprendimos del canto religioso político que inspiró a nuestros represores (los de aquella iglesia movilizada contra Perón). Analizamos la canción “Cristo Jesús, en ti la Patria espera”. (Para los que no la conocen, sería bueno que la escuchen; está publicada en YouTube).

Debíamos hacer lo mismo, pero con diferente sentido. Modificar la marcha por un himno. Convocar a la paz y a la fraternidad, antes que a la gloria por una la lucha fratricida. 

Si los genocidas habían tergiversado el mandato evangélico, generando una canción que justificaba y soliviantaba la fe de un pueblo a favor de sus verdugos, ¿cómo no debíamos nosotros intentar recuperar el antiguo y siempre nuevo mensaje evangélico de la reconciliación? 

Así nació el himno de la reconciliación que cantábamos a tres voces en las misas del penal. 

En el silencio carcelario retumbaban los acordes del canto vibrante de un grupo de presos, en una suerte de catarsis ideológica, cuando remataban todas las gargantas enfervorizadas al unísono, como en una movilización popular, coreando una consigna: “solo el amor redime a nuestro pueblo; amor y paz, justicia y libertad”

La realidad, siguió siendo la misma… Pero algo hicimos para cambiarla. 

No supimos qué suerte corrió la canción en el concurso. Nosotros seguíamos presos… y seguíamos cantando. 

Pero un buen día, gracias a los familiares del Cabezón, nos enteramos que un coro de niños en Piacenza, Italia, llamado nada más y nada menos que “Ana Frank”, había interpretado nuestra canción. 
Con una consigna que sintonizaba con nuestra intención. En la foto, detrás del coro de niños y niñas, se leía: “e meglio accendere una candela che maledire l´oscurita” (2 ) 

La grabación es mala, fruto de la digitalización casera de un casete de cinta. Pero es un documento histórico (3 ) que motiva a escuchar la interpretación de una canción nacida en cautiverio, que superó la oscuridad de las mazmorras de la dictadura cívico militar argentina, por la empecinada actitud militante de contraponer al mal tiempo, una buena cara.

2 - “es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad” 
3 - https://mega.nz/file/6YhiCJ4B#-9ogL3h94t5dfFERo2BqgK3MvRH0Ar7JntL8oYdMLxA
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La calandria - Milagros Caliva - Autor: Isaco Abitbol



INDICE
 
Prologo: 
Nada grande se hace con tristeza                                  1 de 7 

La previa: Sin optimismo no hay memoria, ni futuro        1 de 7 

Himno de la Reconciliación                                           1 de 7 

Caramelos calientes                                                     2 de 7 

Zapateo del Sapo Junco                                               2 de 7 

Las pesadas bolsas de los consejos de guerra                 2 de 7 

Ñaño, ni cumpliendo la pena debía salir en libertad         3 de 7
 
Peón cuatro, alfil dama                                                3 de 7 

La carta de Santiago                                                    3 de 7 

Hoy, hasta le podemos limpiar el piso con la lengua        4 de 7 

Las estampillas de Bergoglio                                         4 de 7 

“Le vua sé cagá a lo voltio”                                           4 de 7 

Mi General                                                                  5 de 7 

Tereré si, mate no                                                       5 de 7 

Tinta para la paloma                                                    5 de 7 

Pesebre guaraní                                                          6 de 7 

Virgen peregrina                                                         6 de 7 

Truco histórico                                                            6 de 7 

Pipa de pan                                                                7 de 7 

Alarma                                                                       7 de 7

Margarita Belén                                                           7 de 7




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