Mirando con los ojos del alma - por Claudia Silvo
Claudia nació del abandono y del
silencio de aquellos que callan verdades que dañan el alma. Construyó su vida y
sueños sobre tierra movediza y es así como en este momento, habiendo perdido
tanto ha logrado mucho más.
Ella sabe lo que es caminar en la incertidumbre que implica la falta de identidad y el desconocimiento sobre su origen.
Un 14 de abril del año 2013 una verdad a medias, hizo que más allá del dolor que la quebró en mil pedazos, fueran esos pedazos los cimientos que le permitieron reconstruirse y renacer.
En ese instante su opción fue amar
y amarse un montón. Transformó el sufrimiento en amor.
Es risueña. Cree que aquellos que ríen y muestran esos dientes blancos con osadía pueden iluminar a alguien, y con eso, a ella le basta.
Es madre, abuela y eligió estar sola por ahora. Tiene un hijo y nietas biológicas e hijas y nietas/o del corazón. Así es su vida, una decisión constante de ser coherente con su pensar, sentir y actuar.
Perdonó pero no olvidó. Olvidar es
no reconocerse como un ser histórico.
Y nosotros somos historias.
Ella escribe historias. Sabe que
las historias son las vivencias de cada uno y eso la enriquece.
Respira y se queda reflexionando.
Agradece todo lo que vivió y estar aún de pie. Firme pero flexible como un
bambú.
Llego hasta aquí a través de un
sin fin de historias contadas y otras por contar. Siempre sueña en forma activa
en conocer sus orígenes e identidad. Mientras tanto vive cada instante como
único e irrepetible en un mundo donde la realidad supera ampliamente a la
ficción.
Un virus ha tomado un protagonismo
inusitado en la humanidad que hace que valore aún más la amorosidad del otro y
su propia amorosidad, es esa sinergia que la mantiene viva
Ella estaba partida en mil pedazos. Perdió a su hijo por nacer e imaginó que no iba a rearmarse y "no sabe" que fuerza "divina" surgió que lo logró y siguió.
Cree que va a perder a su otro hijo, se quebró en millones de partes, “no sabe" que fuerza "divina" apareció y siguió.
Un día, una confirmación la rompe en trillones de partes, siente la aniquilación de su Ser, “no sabe" que fuerza logró reconstruirla y siguió.
Otra vez está partida literalmente ante el dolor de una enfermedad, logra aceptarla y sanar mirando con los ojos del alma y respirando conscientemente y siguió. Hoy se pregunta si la capacidad de resiliencia es indefinida y se contesta: "SI, que la fortaleza es un don inquebrantable y lo reconoce y SE SIGUE".
Ante su reconocimiento decide escribir una nota a su hijo en una hoja de un anotador que está sobre la mesa del comedor que dice: "…HIJO, siempre cree en la magia de los SÍ, es la llave que te lleva a tu interior, es allí donde se encuentran todas las respuestas y cuando tu alma sonría, ahí es, Te amo hasta el infinito y más allá, TU VIEJA”.
Dobla la nota, se acerca al dormitorio de su hijo y la coloca sobre la mesita de luz. Es su ejemplo y los pequeños grandes detalles que quedaran en el corazón de su hijo y ella lo sabe.
CHISPITAS MÁGICAS
Ella es una persona
agradecida.
Agradece a quien siente que se le
va la vida y no se anima a vivirla, porque se afirma en las decisiones tomadas
ya hace un tiempo.
Bendice a quien festeja la vida
más que ella cuando le pasan cosas bonitas.
Porque se contagia de su alegría,
disfruta cada momento porque sabe de luces y oscuridades.
Sonríe ante lo simple, se alegra,
se abraza y se le iluminan los ojos ante las pequeñas grandes cosas de la vida
cotidiana que considera como "chispitas mágicas”.
De tan simple es imperceptible.
Solo es visible para aquellos ojos que miran a través de la mirada del alma.
Pasan los años, y sigue creyendo en la magia.
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