Bitácora - Pensamientos de Pandemia - Por Osvaldo Daniel Acosta

 

Como el virus se sigue paseando por el planeta, vuelvo a compartir esta bitácora de Pandemia, con textos que quedaron pendientes de publicar. Espero que estas vivencias les parezcan amenas y puedan identificarse con algunas de ellas.

 

 Volver a maravillarse con lo cotidiano.




Días.

Así como el protagonista de la vuelta al mundo en 80 días,

se va sorprendiendo con las maravillas que va descubriendo a su paso, 

durante este tiempo transcurrido, no he dejado de sorprenderme

con lo encontrado en mi propio recorrido.

Estos días que pasaron y los que vendrán traerán otras maravillas,

que también me sorprenderán

desde las miserables y nefastas

y los codazos afectuosos y los abrazos a la distancia,

las maravillas cotidianas, tan valiosas también llegarán.

Hoy puedo valorar aún más a los que están

y la cercanía que propone la virtualidad.

 


Son y Serán tiempos de redescubrirnos.

 

Ya nada será igual.

Aunque nos emocionemos con un texto,

 encandilados por la luz azul de una pantalla.

Ya nada será igual,

 ¿Ni los cuándo nos vemos?

¿Ni los cuándo nos tomamos un café?

Ni los abrazos virtuales y mucho menos los besos.

Ya nada será igual,

 la emoción al escuchar el bullicio de un recreo,

al pasar por una escuela.

Ya nada será igual,

cuando volvamos escuchar esa canción cantaba por un amigo,

en su living o en nuestra casa.

Ya nada será igual,

cuando los sentidos despierten,

al anuncio del fin de estos tiempos,

Y lo siga una gran ceremonia, que tan solo terminará

cuando el sol del primer día,

nos traiga la novedad de la normalidad,

que tampoco será igual.




 

 Pinta tu aldea y pintaras el mundo.

 

Postal de mi aldea.

Cuando las luces exteriores de la casa,

 van perdiendo su batalla ante el avance del día,

Mi barrio despierta. Los que aún trabajan salen temprano acompañados por los ladridos de los perros.

Las niñas y niños duermen bajo sus mantas

y sueñan mañanas de sol, pan y juegos.

Los adultos preparan el primer mate, de los muchos del día.

Los pequeños comerciantes esperan,

que las ventas superen las deudas.

El mediodía será de algunas mesas vacías

 en algunos casos.

Mientras en las ollas populares

 el menú es preparado por los cocineros barriales,

 para lo que a lo mejor será, la única comida diaria.

La tarde va dejando su lugar a la noche

 y las luces vuelven a ser encendidas,

 en mi aldea y en muchas del mundo.




 

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