De Fogón, Mate y otras Yerbas - Hoy, Encrucijada. Por Mariana Weingast.
Hace
unos cuantos meses arrime a este fogón algo acerca de los pactos con el diablo,
y me explayé más específicamente sobre la figura del mítico Robert Johnson,
blusero de ley, que le habría vendido su alma al demonio a cambio de poder ser
un inigualable guitarrista. Y en ese momento dejé afuera del relato lo que fue
el disparador que me llevó a encarar el tema: “Crossroads” la película de
Walter Hill, con guión de John Fusco, música a cargo de Ry Cooder, que se
estrenó hace exactamente hace 35 años, y luego en nuestro país, bajo el título de “Encrucijada”.
Poca
sorpresa habrá si digo que el acreedor de esa deuda que tenía que cancelar
nuestro entrañable Willie es el tan mentado diablo que, como la fama no se la
ganó en vano, va a ponerle en ese camino todas las dificultades habidas y por
haber para romper ese pacto sellado allá lejos y hace tiempo en un cruce de
caminos en las afueras de Mississippi.
El tema no pierde vigencia: más dinero que el que se puede gastar en una vida entera, poder, fama, juventud eterna, eran los deseos que movían a algunos seres sensibles e inseguros a venderle el alma al demonio, claramente necesitados de reconocimiento popular fácil y veloz. Y si bien hoy en día ya no se habla de los pactos fáusticos como algo de práctica, esos objetivos siguen siendo el motor de muchos que dejan su integridad, afectos y buen nombre y honor (si lo tuvieran) con tal de lograr un lugar rutilante en su paso por este mundo.
Otros
lo solucionan siendo un poco picantes en redes sociales para aparecer replicados
en un programa de chimentos en la tele a las 3 de la tarde, o arañando algún
“like”. Más barato y menos riesgoso que acordar con Lucifer. Sino, diganselo al bueno de Brown, que tiene
que volver a verle la cara a esa figura de las tinieblas, y ahí es donde viene
la parte más interesante del relato fílmico, donde Eugene pasa a ocupar un
lugar predominante para tratar de logar la salvación del alma de su compañero
de ruta, y el velado mensaje que tal vez nos quiera dejar la película.
Porque, al muchacho lo conocemos tratando de desandar los pocos pasos que viene transitando a su corta edad, que cree que lo más importante está por venir, que lo que tiene es poco, que nada de lo que ha aprendido le sirve para algo, aunque ese algo sea Mozart, y lo vemos comprendiendo de algún modo, que aunque reniegue de esa poca experiencia, es la única que lo va a ayudar a crecer y forjar los recursos con los que se va a ir reinventando de ahí en más.
Para los amantes de la música, es una buena oportunidad para despuntar el vicio, volver a verla si ya lo hicieron, y disfrutar de una trama llevadera, que toca un tema siempre atractivo como es la figura del diablo, y que si bien lo hace desde un lugar bastante liviano y hasta tierno me animo a decir, resulta efectiva.
Así que, a pesar de los más de 30 años que nos separan de su estreno, con todo lo que ello implica en materia de producciones cinematográficas, creo que “Crossroads” sigue conservando la mística, gracias a una buena selección de actores, actrices y los personajes que desarrollan, la fotografía por sobre todas las cosas, los momentos musicales que evocan el mejor blues y rythm and blues acompañados de una exquisita banda de sonido, y como frutilla del postre, un duelo de guitarras incluido con la participación del maestro de las seis cuerdas Steve Vai, que viene a confirmar que el diablo siempre se las rebusca para meter la cola.
Me despido con la razón fundamental por la cual hoy estoy recordando el aniversario del estreno de esta película y porque nunca me canso de verla. Quién no lo haya hecho, ATENCIÓN: el video contiene SPOILER.
Qué lindo suena todo eso!!!! gracias por traerlo desde el recuerdo!!
ResponderEliminarEsas cosas que alguna vez nos pegaron fuerte y hoy nos ayudan a reencontrarnos con momentos placenteros. Gracias a vos Ceci!
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