"La camiseta de Banfield" - Por Cherco Smietniansky
Cuando
era niño, yo tuve un hermano mayor que se llamaba Pablo. Como podrán imaginar
era mi gran referente y compañero de
travesuras.
A raíz
de una mudanza y casi sin darse cuenta,
nuestros viejos eligieron que comencemos
a desandar la infancia en un barrio donde se era de Banfield o no se
era.
Teníamos una barra de amigos maravillosa. Casi me atrevería a decir que en Vergara y Peña dejamos un pozo de tanto hacer esquina. Paradojicamente, vivenciábamos infancias libres en tiempos donde la libertad estaba proscripta; pero ya se sabe, frente a la niñez y la locura no hay prohibición que valga.
Así fuimos
creciendo entre picados de potrero, corridas de empedrado y extensas charlas
de vereda que se acallaban únicamente ante dos circunstancias
inapelables, el sonoro paso del viejo
tren diésel o el grito sagrado que nos convocaba a tomar la leche.
Una
tarde de agosto de 1980, mi hermano salió junto a un grupo de compañeros de la
Escuela N° 7 a comprarle un regalo a la seño por el día de la maestra y nunca más
volvió.
Falleció
en Alsina y Medrano, arrollado por un auto que en su furioso andar terminó de un
plumazo con su corta vida de 10 años y de paso cañazo con lo que aún quedaba de
mi niñez.
A los pocos días de sucedido eso, vino a casa a visitarme Diego Barbuto, amigo de mi hermano del club Peretz y de la vida. No recuerdo bien de que hablábamos, pero jamás olvidaré el preciso momento en el que Diego hizo ese planteo inesperado. Pidió permiso para entrar a la habitación de Pablito para llevarse algo de recuerdo.
El permiso fue concedido y ese niño en soledad se adentró en un
cuarto donde el vacío era tan vacío que generaba pesadez en el alma y humedad
en los ojos.
Los
años y la vida siguieron transcurriendo, con sus buenas y sus malas, como
siempre ha sido, como siempre será.
Pero
cierta mañana, pasados más de 30 años de aquel día, Diego tocó la puerta de mi
casa y con un corazón que le desbordaba de ternura, más una sonrisa pícara por
su condición de hincha de Lanús, me entregó lo que aquel día había tomado de
recuerdo, la camiseta de Banfield de mi querido hermano.
Muy lindo recuerdo Sergio que toda la vida sea siendo banfileña y llena de lindos recuerdos
ResponderEliminarQue linda historia ñasky. Te mando un gran abrazo recordando tan lindos momentos en el conaba
ResponderEliminarFuerte abrazo
ResponderEliminarHector Marrese
EliminarHola Sergio. Estremece recordarlo. Todo mi cariño a su memoria. Abrazo Grande de todo corazón.
ResponderEliminarPd. Si podes enviarme una copia de la foto ,Eterno agradecimiento. Ricardo.
Hermoso y triste a la vez.
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