De Fogón, Mate y otras Yerbas: Gracias por todo lo que enseñaste, Quino - Por Mariana Weingast

 


Hablaba por teléfono con mi madre, recordando un apodo que tuve aún desde antes de nacer estando ella embarazada: "Lipi" como diminutivo de Felipito, o Felipita, porque eso de saber de antemano el sexo en los años 70´s no existía. Entonces, había que hablar de ese bebé por venir de un modo más bien neutral. Luego de nacida, "Lipita" siguió siendo por muchos tiempo el modo familiar de llamarme, casi diría que exclusivamente por mi papá, que luego me puso dos apodos más, uno de los cuales aún conservo. Pero hoy no vienen a cuento de nada.



Pero "Lipi" sí, porque a mamá y papá les gustaba tanto leer a Mafalda,  que querían tener un nene como Felipe, el incondicional amigo de la protagonista principal de la tira creada por Quino: bueno, tierno, inseguro, un poco muy traumado, soñador. Y no solo por ostentar bastante esas características (cuidado con lo que sueñan) es que me identifiqué siempre con el pibe, sino también con Mafalda - entre otras cosa, por su beatlemanía, no así por su odio a la sopa -  con Libertad, esa hija de unos hippies intelectuales y culturosos que vino a aportar más vuelo aún cuando apareció en escena - si es que hubiera más por aportar a la causa- y de algún modo u otro, con todos los protagonistas de esa pieza de colección imprescindible en la vida de cualquier amante de nuestra cultura hecha historieta.



Y no solo fue ese amor inculcado sin querer queriendo a lo largo de mis primeros años, que me permitió aprender a aprender a pensar de cierto modo, sino que, cuando fui creciendo y pudiendo entender más de que trataba realmente Mafalda,  gracias a todo lo que salía del lápiz del artista, no solo como arte gráfico, sino ideológico y conceptual sumado al equilibrado absurdo que  desplegaba, la cosa se hizo más interesante.



Además, con cada visita a Villa Crespo, donde vivían mi abuela y abuelo maternos, venía una alta dosis de paseo por las páginas de libros como “Gente en su sitio”, “A mí no me grite” o “Ni arte ni parte” que mi tío Sergio, humorista gráfico que lo admiraba profundamente -como no podía ser de otra manera- atesoraba sus obras y se encargó de que a sus sobrinos no nos pasara desapercibida. Y hoy estaría conmovido por su partida, seguramente.



A  la larga, esas cosas te van marcando, y con Quino más aún, porque, cuando ibas sumando edad descubrías que detrás de los reconocidos dibujitos de la niña mordaz e inquieta, su familia y amigos, había una intención de ponerle desde la inocencia una cuota de sarcasmo, acidez y crítica a un mundo -graficado por el famoso globo terráqueo con el que Mafalda tenía esa relación tan particular- al que nunca le faltaron motivos para sufrir. Por eso ahora parece que el tipo era un visionario porque rememoramos muchas de sus tiras y las podemos aplicar al hoy. Y no.



No sé si era un visionario, sino creo que más bien un ser sumamente culto, comprometido, crítico de las injusticias e inequidades que siempre existieron y aunque maduremos en algunos aspectos como sociedades, muchas siguen ahí, atrasando, como esos dinosaurios que no se quieren extinguir aún en pleno 2020.



Porque cuesta mucho despojarse de las ataduras heredadas desde tiempos inmemoriales, talladas a fuerza de mucha perseverancia no casual, en los intelectos de quienes no se permitieron ni se permiten aún hoy incorporar los conceptos que el maestro nos quiso inculcar: los derechos de las mujeres,  la desigualdad de clase a fuerza del capitalismo inhumano que todo lo arrasa, las grietas despiadadas en las sociedades, el hambre en mundo, la guerra, los prejuicios, la discriminación, entre tantas otras cuestiones globales que nos unen en el espanto más allá de las distancias y diversidades culturales.



Porque, aunque pareciera graciosa la forma en la que Susanita tenía a Manolito de punto, tratándolo de bruto cada vez que lo veía,  o burlándose porque parecía absurdo que el hijo del almacenero del barrio soñara con ser el dueño de una cadena de hipermercados -a diferencia de cuando era ella la  soñadora, proyectando formar una familia con marido potentado y muchos hijitos-  eso era lo que hoy conocemos como bullying.



Y así, infinitas pinceladas de cuestiones que no se le escapaban a Quino, a la hora de mostrarnos, casi jugando, por donde iba el camino y que era lo que estaba bueno o lo que estaba mal.



Queda, como siempre, a cargo de cada quién verlo, entenderlo, reflexionarlo y llevarlo a través del paso del tiempo, como me pasó a mí y a otros tantos alrededor del planeta, que desde hace un par de días sabemos que el mundo va a ser un poco más triste aún, porque uno de los mejores se fue, aunque, como pasa cada vez que un imprescindible muere, nos reconforta acariciar el legado que deja y jamás desaparece si hay quienes lo siguen valorando y practicando.



Comentarios

  1. Hermoso homenaje a un ser entrañable y especial. Un gran visionario sin dudas, mientras tanto, los que quedamos, seguiremos sumando décadas con un Quino siempre vigente a través de sus personajes inigualables. Gracias por recordarlo sincera y claramente. ❤❤❤

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    1. Gracias a vos por leer y comentar. Es así, vigente e inigualable.

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  2. Qué lindo texto y recuerdo, Mariana! Hermosa síntesis de un ser que, como dice Miguel Rep, andaba diez centímetros sobre el suelo.

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  3. Hermoso Mariana!!! Adhiero a todo lo que manifestás. A mi generación no sólo nos regaló un mundo para disfrutar, sino un legado para nuetres hijes y nietes, a quienes les contamos a través de estas maravillosas historias un poco de nosotres.

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    1. Sin dudas Ceci; ese boca aboca lo hace infinito! Beso grande!

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  4. Gracias Mariana, otro grande Tato Bores jugaba en una de sus últimos programas a ser un científico que investigaba porque la Argentina había desaparecido, Para saber porque la humanidad no tiene remedio está toda la obra de Quino, que lo venia anunciando y denunciando desde su inteligencia y sus dibujos.
    Nos vamos quedando cada vez más solitos, tendremos que ir poniendo en práctica tantas enseñanzas de don Joaquín.

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    1. Claro que si; si bien dije que no era un visionario sino un ser muy culto, eso le permitió estar a millones de años luz adelantado en su obra. Solos, un poco, pero con mucho legado.

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  5. Me encantó Mariana!!! Es tan inmenso lo que generó Quino, que todo lo que pase por su obra, toca una fibra de mucha gratitud y sentimientos muy intensos.
    Vos elegiste viñetas perfectas, y escribiste un recorrido muy hermoso, que nos trae una parte de la historia de todos los que tratamos de estar todos los dias del lado de los buenos!!!
    Muchas gracias por eso!!!!

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    1. Las viñetas hablan por si solas, siempre. Abrazo Santi! Gracias por leer y comentar.

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