LA MIRADA DE LOS OTROS, CONSTRUCCIÓN DE NUESTRA IDENTIDAD - por Carolina Beresi





La mirada de los otros está siempre presente, ejerciendo su influencia desde el inicio de nuestra vida. Esta mirada implica un condicionamiento al comportamiento en términos de “normalidad”, es decir, lo que se espera de cada uno, así como también el alcance de estas expectativas externas por parte de cada sujeto.

La construcción de nuestra identidad no puede darse en soledad, alejados de los demás. Necesitamos la interacción con otras personas para poder llevar adelante los procesos de identificación/diferenciación que van a ser fundamentales en este proceso.




Hace varios años realicé una visita domiciliaria a una familia con alto nivel de vulnerabilidad, con numerosos problemas superpuestos, muy difíciles de resolver con los escasos recursos con los que contamos en nuestra localidad.

La hija mayor del matrimonio tenía en ese momento 8 años (hoy tiene 14 años) y estaba muy entusiasmada con mi visita.

Esta niña casi no me dejaba mantener la entrevista con su madre y nos interrumpía permanentemente, mostrándome su cuaderno de clases, su cuaderno de tareas, sus dibujos y, por último, se puso a contar los números de corrido del 1 al 50 mientras yo trataba de obtener la información familiar que necesitaba.

Además de la visita domiciliaria tuve que hacer un Informe Escolar, por lo que fui a la escuela, ubicada muy cerca del domicilio y dialogue con su docente.

Me sorprendió mucho cuando su maestra me dijo que la niña no respondía a ningún estímulo escolar, que no hacia las tareas, que no sabía los números y que se quedaba todo el día sentada en un rincón, dándome a entender que no se podía hacer nada por ella.

La docente se sorprendió más que yo cuando le conté lo sucedido en la vivienda de la niña.




En el contexto educativo esto se conoce como el Efecto Pigmalión, donde las expectativas positivas o negativas de los docentes terminan influenciando marcadamente el rendimiento de los alumnos. Así, los alumnos de quienes más se espera tienen mejor rendimiento y viceversa.

Estas primeras experiencias pueden incidir en nuestro comportamiento social futuro. Podemos relacionarlo también con el concepto de Indefensión Aprendida o también el de Profecía Autocumplida, por el que nos habituamos a no alcanzar los objetivos o metas esperadas, a que siempre nos falte un detalle para hacerlo bien o de acuerdo a las expectativas que se tenían. Entonces, “como no lo puedo lograr, tampoco lo intento” y si lo intento casi nunca me sale bien.

Esta actitud puede ser observada en una gran cantidad de situaciones de la vida cotidiana, afectando realmente la posibilidad de superar circunstancias difíciles para la persona en su vida real.

Muchas veces me encontré con que las expectativas negativas a las que se enfrentan algunas personas surgen del propio seno familiar. Siendo, justamente, los referentes afectivos más cercanos quienes expresan claramente (y en voz alta) los fracasos reiterados de una persona, su inutilidad, su desinterés, sus dificultades para entender las cosas, etc.



Este tipo de expresiones resultan muy impactantes cuando se las escucha y, más aún, cuando la persona a la que se refieren se encuentra presente, especialmente, cuando se trata de niños, niñas o adolescentes, quienes se encuentran en el proceso de conformar su propia identidad y donde las etiquetas externas, a veces, resultan determinantes.

Un paso imprescindible en este trayecto de autoconstrucción se da cuando comenzamos a intentar diferenciarnos de nuestra familia y a identificarnos con nuestros amigos y grupo de pares en la adolescencia.

Se trata de compartir modas, gustos, entretenimientos y maneras de ser y estar de los adolescentes, quienes tienen sus características en cada grupo particular. Surgen, de ese modo, códigos propios del grupo, que refuerzan esa identificación, los que interpretamos como buenos y convenientes para nosotros en esta etapa.

Las primeras diferenciaciones e identificaciones que realizamos se producen de acuerdo a nuestra pertenencia a determinados colectivos sociales. Cada colectivo ya tiene un lugar en el imaginario social, donde los estereotipos componen la caracterización específica de cada grupo, llenándolos de significados. A esta caracterización podríamos sumar otros aspectos que pueden ser considerados más superficiales como el estilo de música, la ropa, los peinados, la realización de determinadas actividades, etc.

Todos estos aspectos se van entrelazando y de esa manera se construye nuestra identidad desde lo individual, desde lo colectivo, desde lo social y también desde lo político. Al mismo tiempo que nosotros vamos incidiendo también en as identidades que se van conformando a nuestro alrededor.




La manera en que los otros nos perciben, dependiendo de lo que conocen y lo que desconocen de los aspectos y significantes que nos conforman, se plasma en los estereotipos y en los prejuicios que pueden emerger de distintas maneras. Mientras que la discriminación se presenta cuando aparece una acción concreta de agresión, de invisibilización o de condicionamiento que puede producirse con una persona o grupo en particular.

Las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) donde el papel de las redes sociales es central, nos obligan a mirar con mayor detenimiento el contenido que circula en ellas.

Esto resulta muy difícil por las características de las TICs, donde la inmediatez es el mayor de los valores, frente a cualquier otro (inclusive la veracidad). Además, la capacidad de circulación o viralización de dichos contenidos en distintos formatos (audios, videos, memes, etc) implican casi siempre la visualización o escucha del mensaje sin tiempo de análisis del mismo. Inmediatamente se lo comparte o se pasa de largo al próximo contenido.



Por lo que los prejuicios y estereotipos tienen hoy, más que nunca, una gran herramienta para su fortalecimiento.

Un ejemplo de ello es la aparición de los Haters como protagonistas de las redes y difundidores de mensajes muy específicos destinados a marcar las diferencias de todo tipo.

Esta dinámica virtual, acelerada y acrítica impide evaluar correctamente la información a la que accedemos, además de generar un “sentido común” la mayoría de las veces discriminatorio, que gana espacio fácilmente, sin que se encuentren los espacios (ni la voluntad) para debatirlos dentro de los formatos en que se los distribuyen.

Pensando en esto y en la necesidad de mantener hoy más que nunca el pensamiento crítico frente al sentido común que nos quieren imponer, es que traigo una frase de Alejandro Dolina sobre la inteligencia y la ignorancia:

"La ignorancia es más rápida que la inteligencia. La inteligencia se detiene a cada rato a examinar; la ignorancia pasa sobre los accidentes del terreno que son las nociones a gran velocidad, y jamás hay nada que le llame la atención. Así llega rápidamente a cualquier parte... Especialmente a las conclusiones."

La mirada de los otros y nuestra propia mirada se encuentra influenciada por un sinnúmero de factores que están presentes en esta realidad que hoy nos toca atravesar. También es cierto que no vemos las cosas como son, sino que las vemos como somos y es por eso la necesidad de contar siempre con la mirada y el pensamiento crítico, herramientas que nos permitan desbaratar estereotipos y prejuicios que generan y fortalecen la desigualdad y la discriminación.


Vencedores vencidos - Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota





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