El día que Locomotora Castro ganó una pelea, pero mereció un Oscar - Por Sergio M.


El capítulo de hoy de  nuestros   recuerdos lo dedicaremos a  Jorge Fernando Castro. Locomotora o El Roña, como más les guste.



Y para elegir una de sus peleas, viajaremos en el tiempo hasta 1994, año que fue,  sin lugar a dudas  inolvidable para Castro. Primero, porque en agosto había conseguido el título  de campeón del mundo mediano  pero, sobre todo, porque en diciembre protagonizó el combate más épico de toda su vida.

Es 10 de diciembre de 1994, entonces, y estamos en Monterrey. El rival de Locomotora es el  por entonces invicto estadounidense John David “Action” Jackson, quien ya en 1988 había sido campeón superwelter de la OMB. “El Roña”, con 27 años, llegaba con una única defensa de su corona (había vencido al neoyorkino Alex Ramos en noviembre), pero con una vasta experiencia, con un considerable récord de 95-4-2, con 66 definiciones categóricas.

Desde el comienzo del combate se vio la tónica que tendría, Jackson imponiendo su jab y directo sobre Castro, quien se dedicó a perseguirlo y descargar golpes de potencia siempre que encontrara la oportunidad.

En el transcurrir de la primera mitad del duelo “Action” castigó al campeón a voluntad, distribuyó los envíos de manera precisa tanto al rostro como al cuerpo de su rival y dio inteligentemente el paso atrás ante cada intento de éste por alcanzarlo.

El séptimo capítulo fue dramático para el argentino. Una veloz combinación del retador  lo obligó a dar el paso atrás y, sobre uno de los rincones, recibió una enorme cantidad de golpes. A pesar de haber capeado ese temporal, sus consecuencias se hacían visibles: un profundo corte por encima del ojo derecho y otro, menos significativo, sobre el izquierdo, hacían que el triunfo del campeón se volviera cada vez más utópico.

Luego, con  su mano derecha protegiendo de manera constante la herida, Locomotora  quedó fuera de distancia y padeció las rápidas réplicas de Jackson, que con rápidos uno-dos entraba y salía a voluntad. Cuando los periodistas yanquis que transmitían  sentenciaron que “no sería descabellado detener la pelea”, como si de una burla del destino se tratara, surgió otra faceta del campeón, casi que merecedora de un  Óscar.

Tras ser alcanzado por el enésimo golpe de su contrincante, Castro simuló estar sentido y se recostó sobre las cuerdas, donde en un acting perfecto, no sólo aguantó la andanada de golpes de su rival, sino que lo iba midiendo para meter la respuesta. Y de allí salió con una réplica digna de ser recordada por siempre,  en la cual primero falló el cruzado de derecha pero luego conectó el de izquierda contundentemente sobre el mentón del invicto, quien cayó desplomado a la lona. Los intentos por recuperarse de parte de “Action” fueron inútiles, ya que si bien se levantó en dos oportunidades, Locomotora  lo derribó nuevamente y consiguió la victoria más épica de su carrera. Fue nocaut técnico en el noveno episodio.


El combate fue tan asombroso que la revista especializada The Ring lo calificó como el mejor de 1994. En andas, con el rostro ensangrentado, el labio roto y los párpados cortados, Castro retuvo su título mediano de la AMB por segunda ocasión y, casi sin quererlo, llevó a la vida real a Rocky, que  en sus películas,  después de pasarla mal sobre el cuadrilátero y sufrir complicadas heridas, culminaba triunfante ante su público. Aquel 10 de diciembre Jorge Fernando Castro fue Rocky, el Rocky criollo.

 

Y si la actuación de Castro fue digna de una película, y de Rocky hablamos, que mejor que escuchar la canción emblema del Rocky original, así que los dejamos con Survivor y “The Eye Of The Tiger”.


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