Maxi y Darío en tercera persona (cuando lo esencial es visible a los ojos) - Por Cherco Smietniansky

Ese 26 de Junio entré a la estación Avellaneda cuando ya había pasado todo. A Darío recién se lo habían llevado y Maxi aún yacía ahí. Era mucho peor que tierra de nadie, era tierra de canas. Dentro de la estación me encontré con el Ruso Kowalewski, con quien nos conocíamos desde hacía tiempo por la militancia en Madres y Coordinadora Sur. Nos quedamos juntos y ahí me cuenta que había sacado fotos. Todo era un caos represivo por lo que al rato nos separamos para cubrir cada uno su tarea. Al otro día,  el Ruso me llama para avisarme que reveló las fotos y que tiene la secuencia del asesinato de Dari. Quería que hagamos llegar ese material a la prensa y así fue como sus fotos terminaron siendo la tapa de Página/12. 

Las fotos, ya sean las del Ruso o las que aportaron otros trabajadores de prensa, nos evidencian que lo esencial es visible a los ojos. Nos muestran toda la humanidad y dignidad de Darío y Maxi confrontada con la bestialidad asesina de Fanchiotti, Acosta y sus mandantes.

Sin embargo, quiero detenerme en una foto en particular, no del Ruso Kowalewski, sino de Mariano Espinosa. 

Probablemente esa foto  sea la que más trascendencia tomó a través de los años, por lo que representa su imagen, pero también por el maravilloso trabajo artístico y militante que realizó basándose en ella, la compañera y amiga de Dario Santillan, Florencia Vespignani.


La obra artística de la que les hablo, es la que está reproducida en el puente metálico que atraviesa la Av. Hipólito Yrigoyen, justo frente a la estación ferroviaria hoy rebautizada como "Darío y Maxi".

Sobre esa obra la genial analista fotográfica Cora Gamarnik alguna vez dijo: “… no es un dibujo. Es la recreación de un gesto, de un momento de solidaridad ante el peligro. Es el momento en que un compañero le dice a la policía que pare, que lo dejen socorrer a alguien herido. Es el último gesto que realizó Darío Santillán antes de ser él también asesinado .. Ese gesto todavía sigue insistiendo. Que paren.”

Pero mi intención en este texto, no es hacer foco en el estremecedor último gesto de Darío,  ni en la humanidad de un  Maxi que luchaba por no dejar este mundo en ese instante y de esa manera, sino de la tercera persona que aparece en la imagen fotográfica ¿Quién es?

La foto nos muestra que es alguien joven, de vestimenta humilde, que se encuentra arrodillado junto a Maxi y frente a Darío. No es hombre, ni mujer, ya que su imagen refleja un gesto solidario y como se sabe, la solidaridad no debería tener género.

Casi nadie sabe su nombre y por más que se indague en los innumerables cuerpos de la causa, jamás encontraremos su declaración. Pareciera que esa tercera persona se ha invisibilizado y los motivos podrían ser diversos. Ahí aparecen las conjeturas y las contradicciones, estas últimas tan propias del ser humano.

Pero yo no quiero hablar de esa persona, sino de lo que representa. No busco en esa imágen un significante, sino un significado.


Repito el interrogante ¿Quién es ? ¿Será Víctor? ¿Tal vez Teresa? ¿Podría ser Aníbal Verón?, ¿O será Carlos, sin importar si se apellida Almirón o Fuenteallba ? ¿Es Julio que se vistió de junio? Hay quien dice que es Mariano y convengamos que fundamentos no le faltan. También están quienes afirman que se trata de un aparecido llamado Santiago, al que le decían Cachito y otros 30.000 sobrenombres más. En lo personal, muchas veces conjeturé que eran Alberto y Mabel juramentándose no parar hasta encarcelar a todos los autores materiales e intelectuales de las muertes de sus hijos.

Quizás sean todas y cada una de esas personas y otras tantas más también. Quizás seamos nosotras y nosotros mismos. Pero no tal cual somos, sino tal cual desearíamos ser. Porque es bien sabido que sin deseo (y sin lucha) es imposible estremecer cimientos y quienes emergen de esa imagen nos interpelan a estremecerlos.

Ya se los dije, no me importa quién es la tercera persona que aparece en esa foto, sino lo que representa. Y lo que representa es que Darío y Maxi nunca estuvieron solos.


 


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