Barón Rojo: la historia de una banda que le hizo honor a su nombre - Por Cherco Smietniansky.

Si hay una banda que le hizo honor a su nombre, esa fue Barón Rojo, pues desde el momento en que decidieron bautizarse con el seudónimo de Manfred von Richthofen, el más famoso piloto de guerra de toda la historia, ya preanunciaban un final en caída libre.


Pero es sabido que para caer en picada, primero necesariamente hay que volar alto, muy alto y Barón Rojo lo hizo.

El grupo se formó en el año 81 y estaba integrado por los hermanos Carlos y Armando de Castro en guitarras y voces, José Luis “Sherpa” Campuzano en bajo y voz y el uruguayo Hermes Calabria en batería. A ellos se les sumaba Carolina Cortés quien era la autora de muchas de las letras.

Los Barones estiraban sus cuerdas de acero generando un sonido arrollador donde el virtuosismo de sus músicos se mezclaba con letras empapadas de poesía. Sus canciones estaban impregnadas de un profundo amor al rock y la libertad, dos términos que por esos tiempos no estaban muy de moda en ese rincón de la tierra al que insisten en llamar España.

Reivindicaban una identidad heavy metal, pero sin renegar de sus orígenes donde el blues se mezclaba con Los Beatles. Denunciaban la represión y opresión estatal, nos contaban los devenires de una juventud empobrecida a la que se había “educado” con la pedagogía  de la escuela falangista donde la cruz y la  espada eran más importantes que la tiza y el pizarrón.

Quizás por eso en muchas de sus canciones arremeten contra la falsa moral religiosa, a veces de manera irónica al reversionar  a  Luis Eduardo Aute en “Anda suelto Satanás”  y otras poniendo en evidencia las contradicciones de los textos sagrados, como en “Hijos de Caín”, esa bellísima canción que aborda la temática que dos décadas después apasionaría a un tal José Saramago.

Otro dato para destacar es que en el tema “Atacó el hombre blanco” hacen una crítica descarnada a la conquista de América, algo muy poco usual de escuchar en esa época y en ese lugar, aunque a decir verdad, si tomamos como referencia lo que le dijo nuestro ex presidente al Rey Juan Carlos, debemos reconocer que lo de “esa época y ese lugar” goza de una cierta relatividad.

Podemos afirmar  que describían fielmente a esa España posfranquista donde la decadencia era la moneda corriente y todo parecía vaciarse de sentido y contenido hasta rozar el límite inimaginable de lo absurdo, empezando por palabras como “socialista” y “obrero”.

La misma sociedad que desde su particular mirada ácida, nos describe con humor Almodóvar en “¿Que he hecho yo para merecer esto?”.

Su primer disco se llamó “Larga vida al Rock N’ Roll” y había salido en el año 1981 siendo un éxito total.  El rojo aeroplano del rock empezaba a remontar vuelo y tendría a Inglaterra como próximo destino. Así fue que en el 82 aterrizaron en Londres, más precisamente en Kingsway, el estudio de grabación del cantante de Deep Purple, Ian Guillan. Ahí graban su segundo disco, el descomunal  “Volumen Brutal”, la gran obra maestra del metal español, una verdadera joya del rock.

Durante la grabación de ese disco pasó algo que iba a potenciar aún más el vuelo. Es que ahí conocen y traban amistad con Bruce Dickinson, el cantante de Iron Maiden. Dickinson queda impresionado por el sonido de la banda y suma a cantar de invitado en algún show, pero además les ayuda a traducir las canciones al inglés y así es como editan en esa lengua una segunda versión del disco.  Los Barones surcaban los cielos británicos a una altura que nunca jamás hubiesen imaginado, llegando a escalar hasta ser número uno del Top Ten del ranking de Gran Bretaña, con su corte “Resistiré” cantado en inglés, el cual había sido rebautizado como “Stand Up”.


Semejante batacazo los colocó en el centro de la escena metalera europea y ese mismo año compartieron cartel con los mismísimos Iron Maiden, Twisted Sister, Marillon, Gary Moore y MSG, en “Reading Rock 82”,  el festival de rock más importante que existía en esa época, el cual se desarrolló en tierras inglesas.

La primera vez que vinieron a Argentina fue en los días finales de la dictadura, allá por octubre del 83, cuando tocaron junto a V8 en Obras Sanitarias. Ese concierto fue un acontecimiento histórico en un momento histórico. De ese vuelo nos queda como recuerdo la cobertura especial que emitió Canal 9, con la locución de un joven llamado Lalo Mir, la cual puede verse en You Tube.


El éxito de ese viaje fue tan rotundo que en Noviembre de 1984 se concretó una segunda visita que consistió en una seguidilla de tres presentaciones en un Obras desbordado de gente, algo bastante sorprendente  para la época,  donde ese estadio era considerado como la meca del rock.


Por razones de edad a esos recitales no llegué a ir,   quien sí estuvo fue mi amigo el Tano Pandolfi.  El mismo que me acompañó a Cemento la primera vez que  pude verlos,  eso fue durante la década del 90, cuando  regresaron para ser durante dos jornadas consecutivas el número central del Metal Rock Festival IV.

Pero ya no era lo mismo. El rojo avión de la más famosa banda del metal español había perdido en las alturas de su viaje a dos de sus históricos pilotos, quizás como involuntario homenaje a la parábola del vuelo de Ícaro,  esa trágica  historia que casi todo el mundo conoce, ya sea por leer sobre mitología  griega o por escuchar Iron Maiden.

Efectivamente en su regreso a Cemento de la formación original solo quedaban sus dos violeros, los hermanos de Castro. Las peleas internas que existieron desde el vamos terminaron eyectando a Sherpa y Calabria, con ellos se fue también Carolina Cortés y como era de prever la nave ya no pudo sostenerse en las alturas.


El recital de Cemento sirvió para saldar una deuda emotiva con quienes no pudimos estar en el 83 pero seguíamos escuchando a la banda, lo cual implicaba levantarse temprano algún domingo  y partir de excursión al Parque Rivadavia procurando conseguir alguna copia de sus discos. En mi caso llegué a obtener el listado ideal de cualquiera de sus fans, el cual incluye “Larga vida al Rock N´ Roll”, “Volúmen Brutal”, “Metalmorfosis”, “En un lugar de la Marcha” y la figurita más difícil de conseguir en esos tiempos, el doble “Barón al Rojo Vivo” grabado durante los dos conciertos que dieron en 1984 en la ciudad  deportiva del Real Madrid.

Luego de lo de Cemento, volvieron un par de veces más, siempre con el avión averiado. Habían planificado volver a hacer un Obras en febrero de  2005, pero ese recital se suspendió debido a la tragedia de Cromañón y terminaron tocando en el Cosquín Rock junto a Riff, en lo que sería el último recital de Pappo, quien fallecería días más tarde en aquel accidente de moto.


La última vez que los ví fue en Groove en el año 2013 en la conmemoración  de los 30 años del disco de V8  “Luchando por el Metal”, esa noche (a modo de homenaje a aquel tremendo recital que dieron juntos en Obras en los 80) volvieron a compartir escenario Barón Rojo y Beto Zamarbide quien incluyó en su show como invitados a otros miembros de esa icónica banda de los orígenes del metal nacional

Para este año Barón Rojo habían anunciado su retiro definitivo, con un último vuelo que incluía una escala en nuestro país, pero todo se terminó suspendiendo por la irrupción del Covid 19, aunque eso es solo una anécdota.

El aeroplano hacía rato que requería un aterrizaje forzoso. Por más que los hermanos de Castro lo intentaron durante años, estaba claro que para volar esa nave se requería de los otros dos copilotos y de la pluma de Carolina Cortés.

Quizás suene raro pero lo cierto es que el legendario avión del  Barón Rojo fue derribado hace muchos años por sus propios tripulantes. Sin embargo el triste final no apagó su gloria. El tiempo los convirtió en una verdadera banda de culto. Su música sigue aún vigente y son considerados el grupo de rock más influyente de la historia de la península Ibérica.

En muchos países tienen discos homenajes, el  que se hizo acá se titula "El Barón vuela sobre Argentina".

Lo de Metallica merece un párrafo aparte. La afamada  banda de trash metal  intentó hacerles un homenaje en el 2018 tocando en Madrid ante una multitud uno de sus temas más famosos. Y digo “intentó” ya que a pesar de su ascendencia mexicana, escuchar cantar en castellano a Robert Trujillo, bajista de la banda, es tan terrible que hasta podriamos compararlo con Klaus Meine, cantante de Scorpions, cuando tuvo la desafortunada idea de hacer una versión en español  de “Vientos de Cambio”.

Pero nada de esto nos debe sorprender, ni siquiera que Metallica toque horrible un tema, ya  que es fija que todo lo relacionado con Barón Rojo necesariamente  termina mal, tan mal como ellos mismos nos lo dijeron, ya que al fin y al cabo “Los Rockeros van al Infierno”

 


 



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