De Fogón, Mate y Otras Yerbas - Hoy, Pulp Fiction not Dead - Por Mariana Weingast

“Sigámosnos como hasta acá, Prometiéndome que lo entendiste.  Digamos "fue", si algo anda mal. Cumple sus sueños quien resiste” (Ser Vos, Almafuerte).

“¿Te diste cuenta que la gente se reía de los nervios?… Nada de lo que pasaba era gracioso… Qué película tan mala por favor…” le decía una chica a otra, mientras me lavaba las manos en el baño de un cine que estaba a dos cuadras de la porteña esquina de Santa Fe y Callao, lamentándome por haber elegido la función trasnoche de ese sábado, allá, en un lejano año 1995.

De no haber sido así, hubiera sacado una entrada para ver otra vez  lo que - en ese momento no sabía - iba a ser mí bisagra en la materia: “Pulp Fiction”, vulgarmente traducida como “Tiempos Violentos”, me había dejado una sensación que no recuerdo haber sentido nunca más al terminar de ver una película. Y eso que tengo una larga lista de films amados, y el vicio heredado de mi papá, de verlos repetidamente, como hacemos, por ejemplo, con El Padrino, ya sea juntos, o por separado.


Al día de hoy, ni siquiera es que me parezca #lamejorpelículadetodoslostiempos. Básicamente porque no creo que haya algo que sea “el mejor” o “la mejor” en lo artístico, y menos aún en el mundo del cine, habiendo tanto hecho y más aún pendiente para ver. Además, ¿para qué ponerle el límite al gusto con lo linda que es la variedad?

Pero ésta película tuvo algo especial que hizo y hace que me siga enamorando más que otras. Así que voy a garabatear algunas ideas al respecto y compartirlas en este espacio que tan gentilmente me brinda Fogón y Mate,  no  para hablar del séptimo arte como si supiera - porque de hecho no se -  sino más bien para ver si logro racionalizar esta pasión. Un poco, nomás. Porque la razón no siempre es la mejor amiga de las pasiones.

De hecho, pocas cosas me estoy bancando últimamente, por sobre todo la violencia discursiva y agresiones de todo tipo, propagadas gratuitamente en estas épocas angustiantes para todos, donde se necesitan cosas alentadoras contra el desánimo general.  Y más allá de toda razón, vengo con este compendio fílmico tan poco pacifista, en el plan de celebración de las contradicciones de Galeano, al que traje hace un par de semanas.  


Dirigida por Quentin Tarantino, con guion del propio Tarantino y Roger Avary, Pulp Fiction se estrenó en 1994, y al verla hoy en día me da la sensación que envejeció muy dignamente, siendo considerada como su obra maestra y un cambio de paradigma en las pantallas de fines del Siglo XX.

Esto, claro está, muy a pesar de los críticos de Tarantino, porque así como hay mucho admirador de sus obras y estilo, también hay mucho público detractor de este muchacho, que, como suele suceder,  es más de criticar  logros ajenos que de hacer un producto superador de aquel al que menosprecian. No falla, nunca. En todos los ámbitos artísticos sucede. 

¿Y de qué va la cosa? El argumento de Pulp Fiction  gira en torno a dos matones que trabajan para un gánster muy poderoso que controla los negocios oscuros de una ciudad de Estados Unidos, entre ellos el de las apuestas, y salen a la vida, como cualquier hijo de vecino, a llevar a cabo diversos encargos que les hace el jefe,  pero cual “ángeles de la muerte”; por ejemplo, recuperar un maletín misterioso, cueste lo que cueste, caiga quién caiga.  Hasta ahí, eso.

Así dicho, no hay nada muy atractivo.  Lo tengo claro.

Pero gracias a la magia de todos los que cranearon esta producción, ya desde la primera escena se empieza a vivir la adrenalina, a la que se le tiene que sumar uno de los elementos fundamentales: el reparto. John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Bruce Willis, Harvey Keitel, Tim Roth, Amanda Plummer, María de Medeiros, Eric Stoltz, Rosanna Arquette, Christopher Walken, entre otros tantos, se pusieron al hombro a los protagonistas de la historia, muy bien dirigidos y aprovechados en sus virtudes actorales.


Esas actuaciones, muchas de las cuales generaron momentos memorables,  se vieron amalgamadas con situaciones muy heterogéneas y heterodoxas, a través de largas conversaciones, en general alejadas de la trama, muchas de ellas triviales, pero que le aportan un grado de interés extra, todo ligados con episodios fatales, sangrientos muchos de ellos, que a veces pasan de largo con una displicencia absurda a pesar de su contundencia. Ese es el fin, se ve. Naturalizar algunas cuestiones salvajes.  En otros momentos, directamente estamos ante una  franca apología de la violencia sin sentido.  


Pero esto tiene una explicación, que está en el título, ya que hay dos acepciones de la palabra inglesa “pulp”: una, como una masa de materia suave, húmeda e y sin forma; otra, como revista o libro impreso sobre papel no procesado, que contiene historias criminales y/o insólitas considerados "ficciones baratas".

Y en Pulp Fiction hay un poco de ambas cosas en un combo de recursos extraídos  de diferentes géneros literarios y cinematográficos, con un gran dominio de los tiempos, la acción y la narración, presentando al público una historia fragmentada, pero hilada a la vez, de la mano de uno de los fuertes de la película, que es la construcción de los personajes.


Todos tienen su impronta bien marcada, y viven escenas de alto impacto visual y emotivo, involucrados en situaciones rayanas con la periferia delictiva, aunque hay espacio para el placer,  la diversión y algunos vicios, porque, además de los matones y el gánster  van a apreciendo,  una pareja de ladrones de medio pelo, la novia del jefe a la que uno de los matones tiene que sacar a pasear,  dealers, un boxeador ventajero y tramposo,  su inocente mujer, un limpiador de escenas de crímenes,  entre otros,  a los que se les extrae el máximo de los estereotipos de cada uno, pero con el plus de la capacidad de generar la empatía del espectador con cada personaje, por más despreciable que sea.

Mientras tanto, se van sucediendo las diferentes historias dentro de la historia madre, estructurada cual libro, con un prólogo, tres episodios y un epílogo, pero  armada sin respetar el orden cronológico de los hechos.  Si bien es una herramienta bastante usada hoy en día, hace 25 años era algo más inesperado, y eso es lo que le aporta una vuelta de tuerca a esta ficción que coquetea entre el "thriller" y la "comedia negra". 

Los momento de suspenso provocan tensión; los ridículos -que como bien decía esa desconocida en el baño- te hacen reír de los nervios, pero no porque eso sea un defecto, sino porque se supo crear desde la ironía un ambiente lúgubre y bizarro a la vez. 


Pero todo se ve amortiguado por los detalles estéticos muy bien elegidos: la fotografía es maravillosa, la ambientación te transporta a cada lugar, desde lo visual, desde lo gustativo, porque te provoca comer lo que ellos comen, beber lo que beben, y desde lo auditivo, porque tiene una banda de sonido impecable, que, luego de ver otras películas de Tarantino, advertís que es parte de su sello característico. Y recomiendo las busquen, porque tienen joyitas inoxidables de todas las épocas,  sacadas del baúl de los recuerdos. 

Y por último, los guiños constantes a la historia del cine, desde citas, símbolos o la reproducción de alguna escena de películas clásicas que se quisieron homenajear, sumado a las cosas que se van descubriendo a lo largo de otras visualizaciones y parecían ocultas a la primera vista o los entre telones de la grabación, que se encuentran en páginas especializadas, o no tanto, que le aportan más mística aún,  año tras año, como por ejemplo el ocultos sentido de algunas escenas, objetos, y demás cosas que aparecen en la película.


Todo esto es lo que tal vez haya hecho de Pulp Fiction una película de culto, y que tantos años después siga siendo tan atractiva como la primera vez,  e inspiración para otras genialidades del cine o la televisión como Breaking Bad o Better Call Saul, que no es poco decir.   Y lo que me hizo adoptarla desde el momento en que salí de ese cine,  hasta hoy, y siempre, seguramente.

Si no la vieron, y la encuentran en cualquiera de las plataformas que hay en la web, pueden dedicar un poco más de las dos horas que dura la película para descubrirla. Y el que ya la conoce pero  no la ve hace mucho, que repita la experiencia.

Siempre vale la pena! 

Como esta versión de un tema de enorme Neil Diamond, hecha por  el grupo estadounidense Urge Overkill, Girl You´ll be a Woman Soon, que forma parte de la banda de sonido y de una escena impactante. 





Comentarios

  1. Excelente película, de esas que quedan en la memoria , por lo dirruptiva que fue en el momento de su estreno.

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    1. Pienso lo mismos. Gracias por el comentario, Osvaldo.

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