“QUIERO CONOCER A MARADONA” - por Marisa Cecilia
Reclamó Marisa una y otra vez. “Quiero conocer a Maradona”, le decía a quien pudiera
escucharla, esperando una respuesta, una solución. Se veía a sí misma sentada en un sillón
doble y oscuro, parada cerca de un bar, atravesando puertas, reclamando a repetición que alguien
acceda a su pedido.
escucharla, esperando una respuesta, una solución. Se veía a sí misma sentada en un sillón
doble y oscuro, parada cerca de un bar, atravesando puertas, reclamando a repetición que alguien
acceda a su pedido.
No tenía idea de qué significados le acercaba ese sueño. Pero apenas abrió los ojos se
escuchó a sí misma diciendo “quiero conocer a Maradona”. La confusión habitual entre el sueño y el despertar se llevó los detalles. Sólo le quedó la frase, que con la fuerza y constancia de un badajo volvía a ocupar su cabeza a cada instante. Respiró profundo y cerró los ojos.
escuchó a sí misma diciendo “quiero conocer a Maradona”. La confusión habitual entre el sueño y el despertar se llevó los detalles. Sólo le quedó la frase, que con la fuerza y constancia de un badajo volvía a ocupar su cabeza a cada instante. Respiró profundo y cerró los ojos.
Pensó que era una tontería, que era cursi, casi estúpido. ¿A quién le interesa conocer a Maradona? La vida está llena de cosas más importantes. Pero cuando el aire terminó de salir de su boca y sus ojos se abrieron hacia la habitación, la frase volvió a atacar.
Se tapó con las sábanas, se acurrucó contra la almohada y quiso revivir el sueño, pero sólo volvieron las imágenes inconexas de sí misma diciendo siempre lo mismo, “quiero conocer a Maradona”...
Desistió entonces de completar la historia del sueño y de un arrebato capturó la T4 de la
mesita de luz y se la metió en la boca. Caminó rápido hasta el baño apenas pasando el pasillo de
baldosas viejas, sólo para encontrarse en el espejo, hinchada como todas las mañanas.
Se palpó los párpados y decidió tomar otro diurético. Hurgó en la lata redonda de galletitas
danesas que siempre está sobre la heladera. Le quedaban para tres días, más o menos.
El problema es que cobraba el sueldo en una semana. Y de pronto, mirando el pasto crecido
del patio, recordó a su hermana Nora diciéndole: “¿por qué no pasamos por la puerta del hotel?”
mesita de luz y se la metió en la boca. Caminó rápido hasta el baño apenas pasando el pasillo de
baldosas viejas, sólo para encontrarse en el espejo, hinchada como todas las mañanas.
Se palpó los párpados y decidió tomar otro diurético. Hurgó en la lata redonda de galletitas
danesas que siempre está sobre la heladera. Le quedaban para tres días, más o menos.
El problema es que cobraba el sueldo en una semana. Y de pronto, mirando el pasto crecido
del patio, recordó a su hermana Nora diciéndole: “¿por qué no pasamos por la puerta del hotel?”
¡Qué tarada! Mirá si justo iba a aparecer en la vereda, le iba a prestar atención, justo a ella…
Además, con eso, qué ? Que un hombre y una mujer se vieran frente a frente no garantizaba
nada de nada. Millones, billones de hombres y mujeres se cruzan en las calles del mundo todo el
tiempo; y la vida de esos seres no cambia maravillosamente, en un instante, por el sólo hecho
de cruzarse con alguien más. Estaba de acuerdo que Maradona no era “cualquier hombre”, que era
alguien especial, habilidoso, sensible, inteligente, hermoso, con ese “algo” de bestia que la fascinaba.
Además, con eso, qué ? Que un hombre y una mujer se vieran frente a frente no garantizaba
nada de nada. Millones, billones de hombres y mujeres se cruzan en las calles del mundo todo el
tiempo; y la vida de esos seres no cambia maravillosamente, en un instante, por el sólo hecho
de cruzarse con alguien más. Estaba de acuerdo que Maradona no era “cualquier hombre”, que era
alguien especial, habilidoso, sensible, inteligente, hermoso, con ese “algo” de bestia que la fascinaba.
Era el otro polo el que fallaba. Ella sí era alguien como cualquiera, totalmente común.
Y si se miraba bien, como aquella mañana del extraño sueño, sentía que era más bien algo menos
que común. Era una mina estándar, sí, como una pieza de automóvil, como un buje.
que común. Era una mina estándar, sí, como una pieza de automóvil, como un buje.
Sirve, sobre todo si no hay otro. Los desarreglos hormonales de los últimos dos años habían hecho
mella en su cuerpo y en su alma. Los ojos negros ya no brillaban como antes, ni transmitían la
sensualidad de otras épocas. Las cicatrices ya no eran un distintivo que la hacían singular, ahora
eran sólo eso, cicatrices. De pronto se encontró en el dormitorio, acomodando la ropa, separando
las remeritas de la ropa abrigada, el tejido del algodón.
mella en su cuerpo y en su alma. Los ojos negros ya no brillaban como antes, ni transmitían la
sensualidad de otras épocas. Las cicatrices ya no eran un distintivo que la hacían singular, ahora
eran sólo eso, cicatrices. De pronto se encontró en el dormitorio, acomodando la ropa, separando
las remeritas de la ropa abrigada, el tejido del algodón.
Ordenó todo con displicencia, con tiempo, como preparando un viaje definitivo.
Descartó todo aquello que ya no podía usar y lo puso en una bolsa de regalos, lo apoyó en el piso
al lado de la ventana con mucho cuidado, como si fuera un adorno.
al lado de la ventana con mucho cuidado, como si fuera un adorno.
“- ¡ Es un futbolista ! - ” argumentó simulando desagrado, intentando que su hermana no
insistiera con esa idea disparatada. Estaba segura que no podría sostener la negativa mucho tiempo.
A los diecisiete años no hace falta demasiado para convencer a una adolescente de vacaciones para
que salga de levante.
insistiera con esa idea disparatada. Estaba segura que no podría sostener la negativa mucho tiempo.
A los diecisiete años no hace falta demasiado para convencer a una adolescente de vacaciones para
que salga de levante.
Recordó con tristeza cómo Nora abandonó su empresa a poco de empezar, y se puso a cocinar, otra
vez, fideos sin aceite, en aquel Montevideo del 79.
vez, fideos sin aceite, en aquel Montevideo del 79.
Sintió deseos de tomar mate, y volvió a la cocina. Mientras lo preparaba se miró las manos,
y no pudo menos que suspirar. No podía dejar de comerse las uñas, y tres de ellas sufrían de
psoriasis localizada. Las venas azules, salientes, les daban a sus manos un aspecto masculino,
descuidado.
Nunca una crema, o una manicura. Nunca un peso para verse más hermosa.
y no pudo menos que suspirar. No podía dejar de comerse las uñas, y tres de ellas sufrían de
psoriasis localizada. Las venas azules, salientes, les daban a sus manos un aspecto masculino,
descuidado.
Nunca una crema, o una manicura. Nunca un peso para verse más hermosa.
¿Cómo gastar en una pavada como esa? Ella tenía cosas más importantes en qué gastar.
Sus hijos, su casa, bueno, su casa no, la casa donde vivía.
Los impuestos, la comida, los remedios, las zapatillas de Agustín.
Los artículos de limpieza, la comida de los gatos.
Los aparatos de Agustín, la terapia de Agustín, los libros de Agustín.
Los gastos de la sucesión de la casa. No le alcanzaba para todo, había que priorizar.
¿Estaría enamorado Maradona? No sabía de dónde salía la certeza, pero estaba segura que
no. Que él también había dejado pasar su oportunidad. Que en el fondo estaba tan solo como ella.
Como su hermana. Tantos años invertidos en sostener matrimonios, para que la lejanía de sus nietos
la consuma de a poco.
no. Que él también había dejado pasar su oportunidad. Que en el fondo estaba tan solo como ella.
Como su hermana. Tantos años invertidos en sostener matrimonios, para que la lejanía de sus nietos
la consuma de a poco.
Estaba segura que detrás de toda la alegría de su recuperación, Maradona escondía una infinita
tristeza, hija de la soledad más absoluta.
tristeza, hija de la soledad más absoluta.
También estaba segura que ella podría calmarlo si le daban una oportunidad.
Sólo unos minutos acariciándolo, poniéndole el pecho para que se recueste, y ya está !
Cuando se miró el pecho se percató de su estado, y se sintió más un amigo que una novia.
Al respecto estaba resignada, jamás tendría coraje para operarse y lograr un escote brillante.
La idea de tener dentro del cuerpo un par de implantes de un material extraño le producía escalofríos.
A su novio de los 17 le encantaban sus tetas. Claro, a los 17 cualquiera satisface las expectativas de
su pareja … ¿ Qué cosas esperará de ella un compañero ?
su pareja … ¿ Qué cosas esperará de ella un compañero ?
A los 44 no se tiene mucho para dar, o por lo menos no es de la misma calidad.
La piel ya no brilla en la oscuridad, la piel sólo emana el perfume que te pusiste.
El sexo se llena de gestos conocidos, de lugares cálidos y repetidos, de suspiros de conformidad.
Y sobreviene el sueño…
“Quiero conocer a Maradona” no era una petición cualquiera, era una solicitud que debía ser
tramitada ante quien corresponda. Ante la autoridad respectiva. El problema era saber quién era esa
persona que podría abrirle las puertas del futuro, de su futuro.
tramitada ante quien corresponda. Ante la autoridad respectiva. El problema era saber quién era esa
persona que podría abrirle las puertas del futuro, de su futuro.
Se terminó el mate. Así que se levantó y tragó con agua de la canilla un ibuprofeno.
La artrosis de la cervical la estaba torturando, y no estaba dispuesta a seguir sufriendo.
Puso el noticiero en la tele.
“Otro caso, el mismo miedo” dice el cartel, y una mujer llora desconsolada para las cámaras.
Aparece el Diego, no se escucha lo que dice. La voz de un periodista anuncia que probablemente
sea nombrado director técnico de la Selección Nacional Argentina.
Aparece el Diego, no se escucha lo que dice. La voz de un periodista anuncia que probablemente
sea nombrado director técnico de la Selección Nacional Argentina.
El Presidente de EEUU dice que invadirá de nuevo…
Adelantan el aguinaldo. Menos mal, pensó, si no, no llego.
Cuando llegó el momento de la cotización del dólar, pensó que era mejor acostarse a dormir.
¿Cuánto vale el deseo de una mujer vieja y fea?
¿Cuánto vale el deseo de una mujer vieja?
¿Cuánto vale el deseo de una mujer?
¿Cuánto vale el deseo?
Se preguntó mientras se tapaba la cara, tratando de no ver, de no escuchar. Pero, apenas cerró los
ojos, apareció la cara del Diego, por momentos gordo, por momentos delgado y sin barba.
Y llegó el momento de la reflexión: ¿Por qué quiero conocer a Maradona ?
ojos, apareció la cara del Diego, por momentos gordo, por momentos delgado y sin barba.
Y llegó el momento de la reflexión: ¿Por qué quiero conocer a Maradona ?
De los miles de temas halagándolo, utilizándolo, arrastrándolo por el fango y regodeándose
en sus bajezas, en sus miserias, elegí éste para nombrarlo, inalcanzable y rastrero,
dócil consumidor, macho no deconstruido, eyaculador sin profiláctico, maestro de la gambeta,
hijo amoroso, padre desquiciado, y otros miles de cosas más.
en sus bajezas, en sus miserias, elegí éste para nombrarlo, inalcanzable y rastrero,
dócil consumidor, macho no deconstruido, eyaculador sin profiláctico, maestro de la gambeta,
hijo amoroso, padre desquiciado, y otros miles de cosas más.
"... inalcanzable y rastrero, dócil consumidor, macho no deconstruido, eyaculador sin profiláctico, maestro de la gambeta, hijo amoroso, padre desquiciado, y otros miles de cosas más" es una de las mejores descripciones del Diego que haya leído y mirá que he leído muchas.
ResponderEliminarGracias por el halago! Con todos sus demonios, El Diego es parte de mi vida
EliminarAdhiero al comentario anterior. Se lo puede adjetivar de tantas maneras, buenas, despectivas, fascinantes o lapidarias. Así y todo, único en su especie. Eso les duele a muchos. Maradona, duele. Eso es lo que lo hace irrepetible.
ResponderEliminarAmores y odios, eso despierta Maradona, y es seguramente por sus origenes pues no hablamos de "otros" de sectores burgueses que han echo desastres! con mujeres, no reconociendo hijos etc, etc
ResponderEliminary nos metemos en su cama, en sus afectos, si aparece otro hijo, para mi es el mejor jugador de fútbol y con eso me alcanza
Diego es una deidad pagana. Un dios de zanjón y esquina, que un día despertó sabiéndose mortal.
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