Acuarela do Brasil - por Carolina Beresi

 

Marcha de los 100.000, Chico Buarque encabezando la marcha

     Crecer en un pueblo limítrofe tiene sus particularidades, la vida parece enriquecerse con la cercanía de otro país y otra cultura.

     Toda mi infancia estuvo llena de colores, olores, sabores, costumbres y personas que formaban parte de una realidad de la que solo tomé conciencia años más tarde, al irme a otro lugar para estudiar una carrera universitaria.

    Nací frente a Sao Borja, una ciudad ubicada al sur de Brasil y una característica común de quienes vivimos en la frontera es que estamos siempre pendientes del valor de la moneda vecina, porque nuestras economías se sostienen en buena parte con el comercio fronterizo. Aunque eso no afecta en nada el interés que nos despierta la riqueza de la cultura brasileña, tan exuberante como su país.

    Crecí visitándola, haciendo compras, yendo a almorzar, escuchando sus radios, mirando sus canales de televisión, admirando a sus artistas y adoptando alguna que otra moda o costumbre.  

    Como vecinos, conocemos sus problemas, leemos sus revistas, miramos sus noticieros, nos gustan sus comidas, sus escritores, entendemos su idioma y también incorporamos algunas palabras que se mezclan en nuestras conversaciones. 

María Bethania, Caetano Veloso, Gal costa, Gilberto Gil

     Todo esto hace que nos zambullamos en una realidad que no es la nuestra, pero de la que nos vamos apropiando sin darnos cuenta.

     A pesar del paso del tiempo, hay algo que me sigue impresionando de este país, es la belleza de su música, la variedad enorme de estilos que llegaron a desplegar y la excelencia de sus músicos en cualquier estilo que se escuche.

     De todos ellos, prefería a ciertos artistas y canciones que escuchaba desde la infancia y que se convirtieron en mis canciones brasileñas favoritas. Músicas alegres, con letras que solo de adulta comprendí realmente.

     Canciones que, con todo su ritmo y su poesía, hablaban de un país hermoso, grande, divertido  y risueño a pesar de las tristezas que el pueblo sufría.

     Con ritmo carnavalesco contaban las durezas de la pobreza, del trabajador explotado, de la muerte, de la desigualdad, de la opresión.

Vinicius de Moraes y Toquinho

     Todas estas músicas formaban parte de lo que se conocía como MPB (Música Popular Brasilera), que fue un movimiento cultural que surge en los años 60 y estaba integrado por artistas tan increíbles como Geraldo Vandré, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Chico Buarque, Erasmo Carlos, Maria Bethania, Elis Regina, Milton Nascimento, Adoniram Barboza, Tim Maia, Gal Costa, Joao Gilberto, Jorge Ben Jor, Vinicius de Moraes, Toquinho, entre muchos otros artistas tan geniales como ellos.

     Una aclaración que viene al caso, la MPB no se refiere a la música tradicional del país, sino que se trata de un estilo, de una manera de hacer música, que revaloriza los ritmos nacionales populares, fundamentalmente la bossa nova y la samba.

     Todos estos músicos estuvieron influenciados por los movimientos culturales a nivel mundial y, si bien se plantearon revalorizar la música brasileña, lo hicieron sin dejar de valorar la música internacional que, a esa altura, también formaba parte de la cultura musical brasileña. Así se incorporaron ritmos como el jazz, el rock y el folk a este movimiento musical.

     Los músicos de la MPB se propusieron además mantener un compromiso político con la realidad nacional. Plantear en las músicas las vivencias de los más pobres, de los perseguidos, de los explotados del sistema y también la resistencia a la dictadura brasileña. Y todo ello sin perder el ritmo, la pasión característica de la música brasileña y el espíritu alegre que no quedó nunca encerrado en posiciones políticas rígidas.

     Es por eso que su impacto fue enorme, siendo revolucionaria en su forma de irrumpir y plantarse ante las desigualdades e injusticias, utilizando a veces el doble sentido en sus letras para manifestar el descontento con lo que se vivía en el país.

    Muchos de los artistas que formaban parte del MPB, además de hacer música, pusieron el cuerpo en las calles, como lo hizo por ejemplo Chico Buarque en la “Marcha de los 100.000”, hecho por el que fue detenido y luego fue empujado al exilio, al igual que Caetano Veloso o Gilberto Gil y otros tantos. 

Gilberto Gil y Elis Regina

     Recuerdo como estas músicas nos hicieron cantar en fiestas y reuniones de todo tipo las alegrías, los amores y las tristezas del trabajador y su vida cotidiana, casi sin que nos diéramos cuenta. Sin dudas, la MPB logró poner en primer plano la vida de los más desamparados, sin dejar de lado el optimismo y la esperanza en una vida mejor gracias al amor, la amistad y, también, la buena suerte y la necesidad de luchar.

     Así como el movimiento cultural mundial tuvo influencia en la aparición de la MPB, hoy también la realidad influye la cultura y el concepto de MPB ha cambiado, convirtiéndose en representación de otras cosas.

   Hoy se entiende por MPB a la música popular masiva, medida por cantidades vendidas, ratings televisivos, seguidores en redes sociales y números de las reproducciones que alcanzan las canciones. Incluye mucho y ya no encarna lo que en algún momento representó, quizás porque la industria musical se encargó de que así fuera.

     A pesar de ello, el legado musical brasileño sigue presente. Alegrando los días y, sobre todo las noches de quienes más sufren, cantando al pueblo y admirándonos con su belleza.

     Canta el trovador de nuevo, meritorio a la luz de la luna…

O que é o que é - María Bethania