Los caminos de Garrafa - Por Cherco Smietniansky


El fútbol suele ser una buena usina para alimentar leyendas y mitos.
Si nos adentramos en el del ascenso, encontraremos 3 legendarios íconos populares que pasaron por esa categoría y sobresalen del resto.
El Trinche Carlovich emerge como el astro malogrado. Un crack del que todos hablan y casi nadie vio jugar. Ese hueco documental agranda la historia día a día y presta la libertad necesaria para  dar rienda suelta a la imaginería. En lo personal, me gusta más apegarme a quienes quieren creer en sus hazañas, que a los que optan por sostener que en los relatos de sus proezas hay un cierto aire de verdades que se fueron de paseo.
René Houseman es otro que forma parte del mentado trío. Algún porfiado se estará preguntando como se puede incluir a ese loco, campeón de todo, en el podio de las leyendas vinculadas al ascenso. La respuesta es simple,  no debe haber otro futbolista en el mundo que haya jugado en un equipo, pero sea el ídolo de su clásico rival. Así las cosas, la verídica pero increíble historia del René jugador de Defensores de Belgrano e ídolo de Excursionistas, pareciera  rozar  los difusos márgenes  de lo lisérgico y la ciencia ficción.
Finalmente, el último integrante de ese tridente es José Luis "Garrafa" Sánchez.


Garrafa, sin dudas, se ha ganado hace ya tiempo su merecido ingreso a ese universo mitológico.
Esta nota, tiene la pretensión de ser una buena excusa para recorrer algunos caminos que nos aproximen al corazón de ese mito.
¿Puede un futbolista ser recordado por una jugada maravillosa que no terminó en gol? 
¿Es cierto que siendo un jugador del ascenso le pegó un baile descomunal a la selección argentina? 
¿Y que se comió 2 choripanes a la pomarola antes de jugar una final y la ganó? 
¿Y que Bilardo lo convocó a integrar el plantel del Boca y lo terminó echando cuando se enteró que iba a los entrenamientos a las chapas en moto? ¿O que jugando para El Porvenir dio una vuelta olímpica con la camiseta de Laferrere? 
¿Será creíble que nunca le atajaron un penal? ¿Y que el único que malogró en su carrera fue uno que  dió en el poste? ¿Y que aprendió a patearlos jugando campeonatos de penales por plata? ¿Y que los jugaba en remotos lugares  donde el prejuicio genera la idea de que es ahí donde La Matanza comienza a hacerle honor a su nombre? 
A todas esas preguntas, la respuesta es sí. 
Pero no son más que meras anécdotas que no hacen al fondo de la cuestión. Parte de estas historias y otras tantas más, se pueden disfrutar en el documental  "El Garrafa, una película de fulbo" el cual puede verse on line.


Pero Garrafa es mucho más que eso. Ya que dos choripanes antes de una final, no pueden convertir a alguien en el único jugador del país que es el máximo ídolo de 3 clubes al mismo tiempo.
Un baile a la selección, en sí mismo, no parecería ser la razón que justifique ser el único jugador que cuenta con 3 canchas con tribunas o plateas  con su nombre.
Su furioso andar motorizado tampoco amerita un  monumento en la cancha de Banfield, ni plazas con su nombre, ni  murales, ni banderas y mucho menos las curtidas pieles con el tatuaje de su rostro. Y así podríamos seguir y seguir.
Entonces habrá que pensar que la respuesta va por otro lado. Que el amor a Garrafa no se basa en el concepto de "éxito" que se tiene en el fútbol profesional.
En el mundo de los púberes atléticos futbolistas con sueños europeos, que Garrafa haya acuñado la antológica frase "A Uruguay no me acostumbré", lo define por sí mismo. Y a eso iba. Al ser uno mismo. O más allá aún, a elegir serlo.
Garrafa es el jugador que la gente eligió querer. Y lo eligió porque él llevó el potrero a la cancha, quizás tan solo para recordarnos que a pesar de tanto glamour y maquillaje, el fútbol no deja de ser un juego. Un juego  que se juega con arcos, pero también con pelota.
Y Garrafa jugó. Y su juego tuvo pinceladas de magia, asombro y sonrisas. Todo igual a lo que se le atribuye al Trinche, pero en el caso de Garrafa, desparramando su esencia en todas las categorías en las que brilló, incluida la Primera, y además, con registro fílmico.
Fue una combinación exacta de jugador de fútbol y artista de varieté. Divirtió y se divirtió y lo hizo a su manera. No como la sociedad le dijo que había que hacerlo, sino como lo quiso hacer él. Por eso la gente eligió quererlo. Por eso en el sur del conurbano el amor hacia él emerge por sobre otros jugadores banfileños, consagrados mundialmente, como James Rodríguez o Javier Zanetti.
Por eso en la estación de Laferrere no está la imagen de don Gregorio y su maravilloso arte color tinta, sino la de José Luis y su maravilloso arte color potrero.
Por eso en Gerli, una tribuna de tablón que aún insiste en resistir el paso del tiempo, está bautizada con el nombre del único jugador de ese club que dio una vuelta olímpica con la camiseta de un equipo rival del cual era hincha.
Así fueron los caminos de Garrafa, lúdicos, alegres y diversos. A veces de tierra, otras de empedrado y algunos de asfalto. Pero siempre caminos, nunca avenidas. Como él lo eligió.
Y aunque probablemente nunca haya leído "Las enseñanzas de Don Juan", ni escuchado aquel tema de La Renga, lo cierto es que Garrafa eligió en su hermosa vida, tomar cualquier camino que tenga corazón. Y esa es la más profunda razón por la cual la gente eligió quererlo.

Cherco Smietniansky fue productor de la película “El garrafa, una película de fulbo”, dirigida por Sergio Mercurio. Desde FOGÓN Y MATE la recomendamos y les dejamos aquí el link para verla.


Comentarios

  1. Excelente. Un personaje que se fue demasiado pronto, pagando caro su gusto por el vértigo. Pero, como dice la nota, era la forma en que eligió vivir.

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  2. Para redondear esta hermosa pintura que se hace del personaje, el documental es la continuación natural del texto. Emotivo hasta para quienes nunca supieron de la existencia de ese crack. Muy bueno!

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  3. Muy buena nota no conocia ni la mitad de la historia del garrafa otro loco lindooo q paso x los pastos del futbol argentinoooo salud garrafa

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  4. Para mi fue una historia que no conocía; un garrafa que no sabía qué existio; pero si garrafa elogió el camino que tiene corazón segúramente fue el mejor camino.
    Muy interesante .

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