Led Zeppelin IV, Clásico de Clásicos - Por Queen of Hearts

 

Hay grandes chances que hace 50 años hubiera nacido el concepto “clásico de clásicos” y nunca lo supimos, y si no fue así, le pegó en el poste. Porque, un día como hoy, 8 de noviembre pero de 1971, vio la luz ese álbum misterioso y esotérico, sin título, que no cita al artista en la tapa,  pero todos sabemos de qué estamos hablando: Led Zeppelin IV, el cual medio siglo después, sigue demostrando que, por más agua que haya pasado y siga pasando bajo el puente por el que navega el mundo del rock, la influencia fundamental viene - entre otras pocas gemas -  de la mano de estos gigantes magníficos: Robert Plant, Jimmy Page, John “Bonzo” Bonham y John Paul Jones.




¿Qué duda cabe que Zeppelin logró representar endemoniadamente los vientos de cambio británicos musicalmente hablando y hacerse un lugar inmejorable en la historia del rock? Seguramente pocas o ninguna, y la confirmación llega con este cuarto álbum de estudio editado por el sello Atlantic Records, y producido por el mismísimo Jimmy Page, grabado entre diciembre de 1970 y febrero de 1971, principalmente en la casa de campo Headley Grange, qué con casi 40 millones de copias, es uno de los álbumes más vendidos en la historia de la música moderna.




Se dice que la banda publicó este disco como respuesta a las críticas que recibió por su tercer álbum, del que los fans parece que esperaban un sonido más duro, y se ve que no gustó del todo, confirmando dos verdades que nunca dejan de fallar: que periodismo tira bomba hubo siempre, y gente sin swing que repite lo que dicen por ahí, porque pensar por si mismo a veces cuesta, también. 

Así qué en 1971 la banda salió a volarle de un suspiro la pluma resentida a más de uno de los críticos de otrora, y mostrar que no solo no eran simples músicos del montón sino que eran los putos amos del rock más duro (de momento) que estaba empezando a moldearse y definirse, a la par de tantos otros exponentes imprescindibles, como The Beatles, Deep Purple, Black Sabbath, The Who, Queen, Rolling Stones, por empezar la lista de algún modo, enunciativo, nunca taxativo.  

Una de las curiosidades de este trabajo fue carecer oficialmente de título; no se sabe bien porque nunca fue bautizado, pero se sospecha que tiene que ver con esa mala prensa previa, onda "sacamos un disco, y vemos que pasa si no aparece nuestro nombre dispuesto a ser despedazado por los críticos de siempre" (la interpretación corre por cuenta de quién suscribe) así que naturalmente, la continuidad a posteriori del Led Zeppelin III hace que se lo suela llamar Led Zeppelin IV, aunque en su versión original, no había nada escrito en el disco que permita identificarlo, salvo que estaba producido por Page, conforme rezaba en el sobre interior.

El disco también incluía cuatro símbolos a modo de firma: el primero de ellos correspondía a Page, que nunca quiso explicar su procedencia. Le sigue el de Jones, que simboliza el cuerpo, la mente y el alma, los círculos que refieren la trinidad de Bonham y por último la pluma de Plant, por lo que suele recibir además del número IV, nombres como: Zoso, Runes, Four Symbols, Four o incluso Untitled.


Y cuando arranqué hablando de “clásico de clásicos” es porque “Black Dog”,  con ese clima psicodélico y sus riffs de guitarra poderosos para abrir el álbum, seguido de su secuaz “Rock and Roll“,  ese mix entre el blues con el del rock pesado que nos trae a un tradicional rock and roll de los cincuenta y los sesenta con los que podías bailar hasta el éxtasis, no quedan dudas que ambos lo son.


Y a pesar de eso, cuando la adrenalina parece no amainar, aparece el tercer tema “The Battle of Evermore”, inspirada en la batalla entre ingleses y escoceces en el siglo XV, ya en tonos folk, donde Plant junto a una cantante invitada, Sandy Denny (miembro del grupo británico de folk Fairport Convention) y una mandolina, hace del buen gusto una costumbre en Zeppelin que nunca defraudó, defrauda ni defraudará, porque cada día que se los oye (como Gardel) suenan mejor.


Y si vamos a hablar de buen gusto, Stairway to Heaven” podría llevarse el título del clásico infinito de la historia del rock del mundo mundial, donde la melancolía y la pasión desmedida nos pasean por todos los climas y emociones que se pueden vivenciar en una canción, quedando corta cualquier apreciación que se pueda hacer acerca de esta obra de arte. 




Le siguen la inclasificable y hermosa “Misty Mountain Hop”, “Four Sticks”, y Going to California“, un acústico melancólico que tiene como musa inspiradora a la inmensa Joni Mitchell, cantante canadiense muy admirada por Plant, donde nuevamente aparece la mandolina de la mano de John Paul Jones, la que da pie al último tema del álbum, “When the Levee Breaks”, un claro blues de viejas apocas, pero con la marca registrada de esta banda que nos vino a definir como amantes del rock, por siempre.

Pasen, denle play, y vuelen.



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