De Fogón, Mate y otras Yerbas - Hoy "Las Malas" - Por Mariana Weingast

"Calma y respira, Aunque te estés volviendo loca no dejes el camino y camina. Calma y respira, Mira pa’lante y sigue, no cedas, traga saliva. Calma y respira,  Aunque te estés volviendo loca con eso de las cosas de la vida. Digo calma y respira, Mira pa’lante y sigue, no te dejes caer..." (Calma Respira, Miss Bolivia).

Hace poco recibí un libro de regalo de cumpleaños y, como dice el prólogo de “Las Malas” es esa clase de libro que, en cuanto terminamos de leerlo, queremos que lo lea el mundo entero. Por eso me lo regalaron. Por eso esta publicación. Porque claramente las cosas no son hasta que no son contadas. 

Y de alguna manera, a veces pasamos apenas rozando por temas que nos eran ajenos, y de golpe, cuando el talento abre el corazón y las historias se cuentan desde adentro, el libro extiende sus brazos, y nos hace entrar en esta suerte de espacio compartido como es, ni más ni menos, una obra literaria.

Esto es lo que logra Camila Sosa Villada, autora de “Las Malas”, del sello Tusquets, Colección Rara Avis, por el que ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz de la Feria de Guadalajara, México, en el año 2020: "Se inaugura la venganza de las travestis, por donde menos se lo esperaban: a través de la palabra", dice desde la pantalla, esta actriz y escritora trans, nacida en 1982 en La Falda, provincia de Córdoba, mientras está siendo premiada por streaming, muy en modo pandemia por este nefasto Covid 19, quién supo ser prostituta, empleada doméstica por horas, vendedora ambulante, de tanto en tanto, cantante en bares.




Estudió Comunicación Social y licenciatura de Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. En el año 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal Carnes Tolendas, retrato escénico de un travesti” y trabajó en varias obras más. Tiene dos libros publicados: “La novia de Sandro” un libro de poesía del 2015 y “El viaje inútil”, ensayo autobiográfico, del año 2018, que gira en torno a su acercamiento a la literatura y su formación como escritora. 

Con “Las Malas” nos lleva por callejones qué si bien sabemos que existen, preferimos ignorar, aunque tengamos algunas sospechas; porque todos sabemos la cercanía entre el mundo travesti y la prostitución, y lo jodido que debe ser transitarlo, pero no mucho más; ahí quedamos, imaginando y metiendo mano en el compendio habitual de frases hechas cuando creemos que hay que opinar al respecto, deporte nacional cada vez más arraigado si lo hay, opinar de todo para probar que existimos.

Bueno, lo opuesto a eso sucede con “Las Malas” donde no hay espacio para lugares comunes, porque desde la primera página das un salto a una realidad paralela, que cala muy hondo en cualquier alma sensible. Porque Camila nos habla en primera persona sobre ese mundo de lo infausto, delineando su relato sin guardarse nada, sin recato, sin sutilezas, generando sensaciones múltiples, que no pasan desapercibidas: angustia, terror, admiración, ganas de llorar y abrazar a ese colectivo de las travestis del Parque Sarmiento de Córdoba capital, que repelen a la buena sociedad mientras dejan el cuerpo, buscando -como todos en este mundo cruel- amor, respeto, seguridad económica, paz.

En el prólogo leemos a Juan Forn diciendo: “…Lo primero que conocí de Camila Sosa Villada fue una charla TEDx que dio en Córdoba, trece minutos extraordinarios que empezaban con un pronóstico brutal que le hizo su papá: “Un día van a venir a golpear esa puerta para avisarme que te encontraron muerta, tirada en una zanja”. Ese era el único destino posible para un varón que se vestía de mujer: prostituirse y terminar en una zanja….”.




En medio del libro nos encontramos con esa declaración básica, que pinta de cuerpo entero el eje de este relato vívido: “Se ejerce la prostitución casi como una consecuencia. Durante toda tu vida te auguran la prostitución…//…No sabemos portarnos bien o mal, vamos por el mundo con toda nuestra vida encima, que cabe en una carterita de mala muerte…Hacemos el bien y el mal sin conciencia y a veces nos encontramos todas desayunando en Mc Donald´s, mientras la gente nos mira con el desprecio habitual, y a veces nos peleamos entre nosotras como una bolsa de gatos y huimos en manada cuando vemos venir el patrullero…” .

Y así, van a apareciendo personajes variopintos de otras culturas, muchos de ellos cargados de puro simbolismo, de vivencias, todo proveniente de la propia historia de la autora/protagonista, de la mano de la literatura de tradición oral y popular, no sólo del mundo travesti, sino también de las mujeres campesinas, como las de su familia, o sea, personajes de una narrativa de corte pueblerina que puede reconocer orígenes en distintas comunidades de cualquier lugar del mundo, pero con un espíritu y características en común, y otros provendrán de su vuelo literario y creativo.

Desde la obra Camila nos cuenta que “Las Villada, las mujeres de mi familia, comenzaban muy jóvenes a trabajar como mucamas por hora…eran todas morenas y todas guapas. Pero mis abuelos criaron a sus hijas para ser mucamas, además de esposas y madres. Fue lo único que les enseñaron, además de ser buenas personas y no quedarse jamás con nada que no fuera suyo…es un recurso, el de usar el cuerpo como herramienta de trabajo…”. Y sin dudas está plantando de algún modo la piedra fundamental de ese camino del que nos hace parte, con todas las ganas. 

Que lo invisibilizado salga a la luz de algún modo, aunque sea, así, en tren de confesiones mínimas, armando de a poco un tapiz de sus orígenes. Así, página tras página, nos encontramos con lo cotidiano de su humilde y rústica prosapia,  y con esa otra familia en la cual entró una noche y para siempre, que se fue amasando a fuerza de sangre, sudor, lágrimas, pero por sobre todo garra, ternura y un envidiable sentido de la hermandad, con la Tía Encarna, la travesti superiora que las albergaba en su casa, asumiendo el rol de la mama gallina que protege a sus pollitas de ese afuera, tan necesario para ganarse el mango por la noche, pero tan hostil a la hora de darles un lugar digno a plena luz del día.

Como se lee en el prólogo: “…esas travestis que la vieron tan tiernita y vulnerable, que la adoptaron esa misma noche. Con ella, dice Camila “aprendí cuanto valía mi cuerpo y cuál era el precio que debía ponerle. Con ella aprendí a defenderme y a mirar dos veces a una persona antes de emitir un juicio. Yo no estaría acá hoy si ellas no me hubieran defendido de policías y clientes de mierda. Estaría en una zanja, seguramente…”.

Así, vamos siendo testigo de cómo el terror, el miedo y la muerte las van toreando, sin pausa y con mucha prisa, aunque también haya lugar para las alegrías compartidas, que aparecen a destelladas entre la enfermedad, la persecución, el escrache de los vecinos, el instinto suicida, los anhelos de tener una vida mejor. 

Y son los momentos en los que se puede sentir desde la pluma de Camila, la calidez que aúna a este colectivo de amigas/compañeras, sonriendo de a ratos, visibilizando lo que incomoda, lo que duele pero es palpable, certero: “(…) el proceso de desensibilización al que nos sometíamos día a día para no morir. (…) El desprecio con que nos miraban. La manera en que nos insultaban. Los piedrazos. Las persecuciones. (…) Cada uno de los golpes que se sumaban a los que nos habían propinado nuestros padres para revertirnos, para llevarnos de regreso al mundo de los normales, los correctos, los que forman familias y tienen hijos y aman a Dios y cuidan su trabajo y hacen rico al patrón y envejecen al lado de sus esposas.”




Y cuando te querés dar cuenta, este pequeño libro se va convirtiendo en un manual de intento de reconocimiento y superación, dejando fuera de foco los límites entre la fantasía y el sórdido escenario por el que se mueven estas travas -y muchas de ellas en general- a las que nunca más vas a querer dejar solas si eso fuera posible aunque sabemos que no es así.

Porque, si no podemos reflejarnos en ese gran espejo que es el prójimo, con todas sus miserias a cuestas, significa que no entendimos que siempre somos, el otro, más allá de las diferentes circunstancias que nos haya tocado en esta lotería que es la vida.

Como destacó el jurado que le otorgó el premio Sor Juana, “…la argentina logró "un equilibrio entre lo testimonial y la ficción" con un "lenguaje capaz de desdramatizar y dar ligereza a lo dramático" y destacó "lo sorprendente, diferente y novedoso de la narración y sus personajes".

Lo dije al comienzo y repito para cerrar: “Las Malas” es esa clase de libro que, en cuanto terminamos de leerlo, queremos que lo lea el mundo entero. 

La invitación ya está hecha, con este mantra musical que nos regala Miss Bolivia y hoy comparto.

 


                                                    Calma y respira (Miss Bolivia)

Aunque te estés volviendo loca no dejes el camino y camina
Calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no cedas, traga saliva
Calma y respira
Aunque te estés volviendo loca con eso de las cosas de la vida
Digo calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no te dejes caer

Te duele cada centímetro de la piel, te duele el cuerpo
Sufrís desde que amanece hasta el anochecer, lo sentís muerto
Sentís como una daga afilada clavada en el centro
Sentís que nada te conduce a nada, como a ningún puerto

Respira, no pienses tanto, que la mente se te pira
Sé que es difícil cuando sientes que no hay salida
Elige el camino incierto, elige cambiar de puerto
Y verás que pronto cambia la energía

Sé que te duele la vida
Sé que te duele tanto y con mi canto quisiera darte comida
Y también de beber, para compensar toda el agua
Que perdiste llorando tanto, ayer, hasta el amanecer

Aquí estoy yo, sí, incondicional, como siempre
Me dicen la Miss, la que te pide que te centres
Sigo cortando el dolor como con un sable
Tengo esta nueva canción porque pedían que hable

Calma y respira
Aunque te estés volviendo loca no dejes el camino y camina
Calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no cedas, traga saliva
Digo calma y respira
Aunque te estés volviendo loca con eso de las cosas de la vida
Digo calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no te dejes caer

Respira, un nuevo mantra para sanarte el alma
Respira, lo llevo tatuado en un brazo y en el otro, calma
Respira, a mí la música también me salva
Respira, me saca la puta depresión, me limpia el karma

Respira, levántate y anda
Respira, aunque estés sola o en banda
Respira, respira y calma
Calma y respira, yeah

Calma y respira
Aunque te estés volviendo loca no dejes el camino y camina
Calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no cedas, traga saliva
Digo, calma y respira
Aunque te estés volviendo loca con eso de las cosas de la vida
Digo calma y respira
Mira pa’lante y sigue, no te dejes caer, no, no

No te dejes caer, piripipapa, yeah, eh
No, no, no, no, no te dejes caer

 


Comentarios

  1. Me daba fiaca leerlo porque lo tengo pdf. Pero lo intentaré! Gracias!

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  2. Hermoso relato! Excelente crítica literaria!! A conseguir el libro!

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  3. Excelente aproximación a un mundo tan ajeno para algunos.

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