Pequeña recomendación para pasar las horas - Por Mariana Weingast

 

Virginia Woolf, nacida como Adeline Virginia Stephen, novelista, ensayista, escritora de cartas, editora y cuentista británica, es considerada una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Tiene la virtud de haber sido una de las pocas escritoras publicadas durante la primera mitad de ese siglo;  comenzó a escribir profesionalmente en 1905, aunque su primera novela salió recién diez años después.

Su infancia estuvo signada por la depresión, producto de la muerte de sus padres y de su hermana,  sumado a los abusos de los que fue víctima por parte de sus hermanastros que le dejaron profundas heridas psicológicas que la acompañaron durante toda su vida, pero le permitieron cultivar y practicar diversos valores: tuvo un fuerte compromiso social, pacifista, talentosa y prolífera en su arte. Y a contrario de lo que puede creerse, vivió con una libertad que hasta hoy en día resulta impensada, cuando la sexualidad sigue siendo un tema controvertido, con muchos prejuicios e intolerancia que derribar. No para ella.

 


Hasta el día de su drástica muerte, un día como hoy, 28 de marzo, pero de 1941,  publicó nueve novelas, diez colecciones de cuentos, y muchos libros de no-ficción, dentro de los cuales destaca el ensayo “Una habitación propia” publicado en 1929 cuya tesis fundamental es: «Una mujer tiene que tener dinero y una habitación propia para poder escribir novela» donde reflexionaba sabiamente sobre las dificultades que las mujeres deben enfrentar cuando desean dedicarse a la escritura en un mundo dominado por hombres.

Está considerado un clásico sobre escritura y género que la posiciona como una adelantada a esta época en la que todavía genera molestia ver a la mujer que se planta, quiere romper las estructuras arcaicas, pide por sus derechos y pretende ser tomada en cuenta, porque se atrevió a escribir sobre las injusticias intelectuales, políticas y sexuales a las mujeres cuando era inconcebible, fue un impulso fundamental dentro del movimiento feminista sufragista y sigue siendo pilar de las luchas modernas e inspiración para otros intelectuales como Simone de Beauvoir,  Michael Cunningham o Naomi Black.

Entre tanta mediocridad, apego a la ignorancia, vacío emocional e intelectual que a veces nos rodea sin pausa lamentablemente en pleno 2021, recomiendo en su honor, además de su literatura, “The Hours”, película dramática del año 2002, con dirección de Stephen Daldry,  que transcurre alrededor de tres mujeres en diferentes épocas y generaciones, cuyas vidas se conectan a través de Mrs. Dalloway, novela  publicada en el año 1925, cuando Woolf tenía 43 años.


 

Esta obra tan famosa de Woolf nos va relatando un día en la vida de Clarissa Dalloway, en época de la Inglaterra posterior a la Primera Guerra Mundial, mientras realiza los preparativos para una fiesta que va a ofrecer esa noche, con una narración que va y viene en el tiempo mientras se va introduciendo en la mente de varios de los personajes de novela.  

Y tomando la posta de Woolf, “The Hours” en tanto película, parte de la adaptación de la novela homónima de Michael Cunningham, publicada en 1998, donde en una especie de narración guiada por la metaliteratura, vemos a Woolf en 1923  mientras escribía Mrs. Dalloway, empezando a vislumbrar la ardua lucha contra los problemas psiquiátricos,  maritales y existenciales, interpretada por una maravillosa Nicole Kidman.

A la par nos presentan a Laura Brown – a cargo de Julianne a Moore - una esposa clásica de la época que lee el libro de Woolf en el año 1951, en medio de una aparente felicidad que en realidad está plagada de dudas acerca de si quiere o no seguir con su familia, porque nada es lo que parece en materia de pasiones.




Y por último aparece la siempre enorme Meryl Streep en la piel de una editora neoyorquina, Clarissa Vaughan, que en el año 2001, es una especie de esa  Mrs. Dalloway moderna, que se hace cargo de cuidar y contener a un amigo escritor – maravillosamente interpretado por Ed Harris - que está atravesando una etapa avanzada de SIDA, a quién le está organizando una fiesta en esa etapa cruda de su vida.


 



¿Cómo se conecta está última historia con las anteriores? Casi como un lazo de seda asfixiantes, angustiantes y revelador. Porque gracias a que la literatura admite su propia literatura, hacemos un recorrido por una experiencia alienante, con un relato que te atrapa quieras o no,  donde se entremezclan diversas temáticas como el amor, las relaciones, las estructuras sociales y familiares, el feminismo, la identidad sexual, la lucha contra el SIDA, la depresión. Al elenco nombrado se le suman Toni Collette, Claire Danes, Allison Janney, Miranda Richardson, Jeff Daniels, entre otros, para sumergirnos en un mar de sensaciones encontradas, incomodas, dolorosas. La vida misma.

Un placer para los sentidos, que necesita de muchos pañuelitos descartables cerca, y ganas de disfrutar del buen cine y de estas tres mujeres junto a un elenco muy bien seleccionado, que nos permiten abrir la cabeza, viajar en el tiempo y emocionarnos a la vez.  Y acercarnos a Virginia Woolf. Nunca es tarde.



 



 

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