De Fogón, Mate y otras Yerbas – Hoy, Segundas partes pueden ser buenas (las frases hechas, no siempre) Por, Mariana Weingast.
Siempre que escucho un dicho popular o una frase a las que se las suele tildar de ”hechas” me pregunto cuál habrá sido el origen y más aún como se hicieron tan conocidas para que se sigan repitiendo sin límite de tiempo. Una de las que me genera curiosidad es “Segundas partes nunca fueron buenas”.
¿Habrá sido por una ex pareja que decidió, sin éxito, reintentarlo?
¿Una película espantosa que sobreviene a una obra de arte de esas que siempre
van a ser clásicos? ¿Una vuelta más de
un plato riquísimo, que, tal vez por exceso de gula, ya no tiene la magia del
primer encuentro con esos sabores qué fueron una fiesta para el paladar?
No sé… no sé; he visto muchas segundas partes bastante
interesantes en diferentes ámbitos como para hacer de esa afirmación una ley
inviolable, así que desde ya adelanto que Led Zeppelin II es una de las tantas excepciones
a esa expresión. Y si cada “parte” conforma un todo, esta segunda sería, además
de buena, participe necesaria de lo que siguió siendo, y lo que siempre
será.
Porque hace exactamente 51 años, un 22 de octubre, la banda editaba una joya ideada y grabada durante la gira promocional del disco debut, Led Zeppelin I, por Europa y Norteamérica, entre los meses de enero y agosto de 1969, porque, ¿qué duda cabe?: había que explotar al máximo el éxito que estaban cosechando en escena, y la química de estos cuatro artistas que en cada show creaban un ambiente único.
Y la realidad indica que esa magia fue trasladada al disco, editado por
el sello “Atlantic Records”, producido por el propio Jimmy Page, quién implementó
novedosas técnicas de grabación, más allá de que todo fue grabado en diferentes
estudios de diversas ciudades, y ninguno de ellos muy de avanzada, sino más bien todo lo contrario,
con pocos recursos tecnológicos.
Pero, con la colaboración del ya experimentado
ingeniero de sonido Eddie Kramer, que había trabajado con Jimi Hendrix, que fue
pieza fundamental para lograr el sonido que le sacaron a esta obrita de poco
más de 40 minutos que se pasea entre el blues, la balada y todo el power
lisérgico, lograron llegar a ser número uno tanto en Reino Unido como en USA, en
los Billboard Hot 200 y varios países de Europa, recibiendo además
certificación de platino por ventas que alcanzaban los 12 millones de álbumes, y a cambiar por completo la forma de la composición en términos generales.
No olvidemos que Zeppelin es uno de los que
forman parte de ese tridente de oro junto a Black Sabbath y Deep Purple,
pilares de los comienzos de la historia del rock pesado. Y hasta ese momento,
se solía buscar una melodía y un estribillo que creara una canción pegadiza,
pero Zeppelin fue uno de los exponentes que rompió ese
paradigma, componiendo a partir del riff de la mano de uno de los más grandes
de todos los maestros rifferos.
Es
que como inspiración para crear cada tema de este disco, él joven Jimmy Page abrevó de cada uno de los shows que iban dando, con la frescura que generan los vivos, y porque no decirlo, de algunos músicos
populares, a juzgar por los juicios que tuvieron que enfrentar y perder, años más
tarde; es que parece que algunos de los clásicos más reconocidos de la banda se
parecían más de lo aceptable a temas que otros artistas tuvieron la loca idea
de componer antes. Pero, terrible toque de distinción han logrado darle los
Zeppelin a esas ideas previas, digámoslo. Siguen siendo únicos en su especie.
Así
que, con toda la intensidad y espontaneidad experimentaban en cada fecha, fueron
alternando entre la gira y arduas sesiones de composición y
ensayo, donde patentaron el riff principal de “Whole Lotta Love”, ese eterno himno
que abre el disco, sumada la vorágine de las
grabaciones que se pusieron como meta mientras tanto, en las que
se usaron diversas técnicas improvisadas con el micrófono y un amplificador muy
pequeño, que generó sonidos muy particulares. Con “What is and What Should Never
Be”, se evidencia el crecimiento de Robert Plant como compositor y cantante de
otro planeta. Porque eso fue y es el maestro Plant.
Mientras la gira continuaba, decidieron
empezar a testear algunas de las nuevas canciones en los conciertos, mientras
seguían puliendo temas como “The Lemon Song” y el majestuoso instrumental “Moby
Dick”. Para muestras recomiendo ver cualquier show que se puede encontrar en
YouTube donde el enorme John “Bonzo” Bonham se explayaba con una masterclass de hasta
media hora en medio de cada concierto, demostrando porque es, al día de hoy considerado como uno de los bateristas más
versátiles de la nueva era, y a tantos años de su muerte.
De vuelta en Inglaterra grabaron la maravillosa “Thank You” con un Robert Plant exquisito en su interpretación vocal, escrita por mismísimo Plant y Jimmy Page, balada que evidencia la sensibilidad a la hora de componer, donde el bajista John Paul Jones se puso al frete de un órgano Hammond, típico del sonido de la época, para regalarnos un clásico invaluable, y a eso le sumaron la grabación de una serie de canciones que quedaron afuera del disco porque no tenían el espíritu que estaban buscando. No se trataría justamente de Livin´ Lovin´ (She´s Just a Woman), otro de los más reconocidos temas de la banda.
También participaron en una sesión para la BBC, donde registraron “What is and What Should Never Be” y “Whole Lotta Love”, que fuero en presentadas en la televisión británica. Luego salieron las sesiones completas en un disco triple, editado por el mismo sello en el año 1997, que contenía esas primeras grabaciones del año 1969. Imparables.
Y vuelven a Estados Unidos para seguir girando y darle vida a “Heartbreaker”, esa otra pieza escandalosa, también carta de presentación de la banda por siempre, con el sello que le aportan los filosos solos y riffs de Page, que utiliza por primera vez una Gibson Les Paul del años 1959, y que va a ser su marca imborrable, hasta la eternidad.
Los temas del disco, además de ser clásicos de clásicos, reflejan el crudo y envolvente sonido de la banda y su habilidad para tocar en vivo, que la plasman en cada creación que a veces parece sacada de un show o una jam session, mostrando una evolución increíble en las dotes vocales de Robert Plant, contrastado con el álbum debut de Led Zeppelin, que vio la luz tan sólo nueve meses antes.
Por
eso, este Zeppelin II, dejó como legado un trabajo sumamente influyente para
las generaciones de artistas y amantes de la música, pero no solo con este disco
cuyo aniversario se conmemora, sino que, ya casi pisando el 2021 (si, estamos
casi pisando el 2021 si nada se interpone) no resulta descabellado decir que todo lo que hizo este
cuarteto del demonio es un irrepetible e imprescindible tesoro para acompañar
cualquier momento en el que tengamos la necesidad de poner play, cerrar los
ojos y dejarnos llevar.
Y
porque no, volar. Prueben…!
Muy buen relato como siempre,gran banda gran disco. no me cansé de escucharlo, en un Winco obvio...
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