Desde el mar, Homenaje a Horacio Gómez - por Gabriela Posse
Hoy quiero presentarles a un amigo muy, muy querido... Horacio Gómez, poeta, hincha de Boca y fanático de los grandes "violeros".
Pero por sobre todas las cosas, un gran ser humano, una bella, una enorme persona con la humildad de los grandes.
Nació en Villa Luro (Buenos Aires) aunque vivió casi toda su vida en Mar de Ajó (Buenos Aires); desde donde cosechó una enorme cantidad de amigos de la Costa, de toda la Argentina y de Sudamérica toda... porque hasta allí lo llevo su poesía.
Horacio nos dejó hace unos días, una tarde gris de este invierno que recién empieza.
Nos dejó así como era él, sin hacer ruido.
Y Mar de Ajó se quedó triste y en silencio.
Va a costar mucho seguir sin él, pero en su enorme generosidad nos brindó un millón de motivos para recordarlo.
Hoy acá quiero compartir tan sólo algunos de ellos.
Hasta siempre Horacio !!!
Hasta siempre amigo !!!
Cajita de música
Nosotros, los románticos sin chapa y sin tarjeta,
descendemos por las luces en secreto,
saboteamos los bolilleros de la vida
para no rendir cordura,
y manchamos con tinta de recuerdos
los ladrillos de todas las esquinas.
Nosotros los románticos imperfectos,
guardamos los silencios del otoño
en cajitas de música sin bailarinas ni cuerda,
junto al rocío caído en una plaza de lunes sin niños.
Nosotros, los románticos de espina en la solapa,
reímos a escondidas
en alguna calesita abandonada,
y lloramos sin que nadie nos vea
en los patios de baldosas cuadradas,
con el cuello apuntando a la luna.
Nosotros, los románticos sin capa y sin espada,
con vanas pretensiones de poeta,
garabateamos pretenciosos, febriles e inconclusos
poemas para nuestra reina de amor casi imposible.
Nosotros, los románticos sin retorno,
coleccionamos sombras y sueños,
espejos con sonrisas y jazmines tibios,
y no dudamos en trepar por la lluvia para verla a ella,
hasta que el Sol nos seca, una a una,
las ropas del alma.
Un sueño
Ya de purrete atesoraba un sueño
guardado en el baúl de los arcanos,
ver a todo chabón como a un hermano
aunque el sueño, como él, era pequeño.
De su cuore no supo ser más dueño,
fue gomía, y siempre dió una mano;
no vivió del garrón ni del afano,
en el frío, él era brique y leño.
Tanto y tanto yugar por las ajenas,
a las propias de lado fue dejando;
su alma se piantó una noche buena
en un torro, en paz, tal vez soñando,
y si bien no morfó en la última cena
allá arriba, seguro, está mateando.
Un segundo
Si tan solo un segundo me quisiera
con el mismo amor con que la quiero,
porque fuera de éste sueño verdadero,
¡ Qué no hiciera por ella, qué no hiciera !
Viviría feliz en la heladera
soportando cien grados bajo cero
y me haría despellejar el cuero
para que ella forre su cartera.
Cruzaría a pié La Cordillera
sin más vianda que un tupper con guiseros,
para calmar la sed algún salero,
un echarpe y un gorro con visera.
Usaría jeringa por manguera
para regar doscientos limoneros
y por sus pies, hermosos y ligeros,
haría de felpudo en la escalera.
Pasaría así la vida entera
aunque por cama tuviera un perchero
y colgara de un gran hormiguero
con mi cabeza untada con cera.
Y si un día llegara y me dijera
nos casamos el treinta de febrero,
El traje encargaría el seis de enero
¡ Si tan solo un segundo me quisiera !
Nada
Ya no quedan ciudades arrasadas
ni temor en los rostros prisioneros;
no hay cuerpos que contar ni quedan ceros,
no hay misiles, catapultas ni espadas.
Ya no hay niños con llanto en su mirada,
ya no quedan tiranos ni vaqueros;
no hay más torres ni pozos petroleros,
no hay porqué luchar porque no hay nada.
Ya no queda piedad que nos perdone
ni la mano que a otra mano aferra.
Ya no hay odio ni amor ni religiones,
ya no hay hambre ni sed, ya no hay más guerra.
Ya no existe la bestia que razone
por el hombre, apenas agua y tierra.
De gris
Morir de pié, de gris, sin darme cuenta,
en la orilla, al alba, en el recodo;
como un ciego, un loco o un beodo,
morir sin fe, mirando la tormenta.
Morir sin ignorar lo que se enfrenta,
esperando, de sed, de cualquier modo;
morir como nacer, después de todo,
morir ayer, mañana, a los noventa.
Morir sin recordar, sin hacer ruido,
en tiempo de descuento, equivocado,
con la sangre en la piel, como al descuido.
Morir aún sin vivir y condenado
a la infinita muerte del olvido
mil veces ya, pero con ella al lado.
Un ángel
Tengo algo que contarte;
hay un ángel que te espera,
que siempre estuvo contigo
aunque tú no lo supieras
y estará, si lo precisas,
contigo la vida entera.
Puede estar en cualquier parte
volando en una pecera,
robando dulce de leche
de adentro de tu heladera
o cambiando figuritas
en una esquina cualquiera.
Tiene por alas dos nubes
forradas en arpillera
y se pasea coqueto
con su bijou de madera.
Si bien nadie puede verlo,
(él cambia de mil maneras),
notarás que te acompaña
en invierno y primavera,
que está al tanto de tus risas,
de tus llantos y quimeras,
de tu cuore hecho de pan,
de tu amistad verdadera.
Y si sabe todo eso,
(no hace falta ser lumbrera),
yo digo que es imposible
que éste ángel no te quiera.
Sus pasiones
Boca juniors y El lunfardo
Leer y escribir
Dolina y Borges
Creedence y Joe Satriani
El padrino y Austin Power.
Nada más para decir... Así era Horacio
Revelation - Joe Satriani
Bella manera de recordar a tu amigo... Queda la poesía!
ResponderEliminarMuy linda manera de recordar a un amigo. Los que se van, siguen vivos en nuestros recuerdos. Y parafraseando al propio Horacio, "allá arriba, seguro, está mateando".
ResponderEliminarHori, esos tipos de los que costaba despedirse por las ganas de seguir hablando con él...un grande que quizá sea reconocido más tarde...los que lo conocimos, tenemos un dolor profundo en el pecho, y a la vez la emoción de haber compartido algunos momentos.
ResponderEliminarLos poetas viven eternamente en sus letras, gracias por tu existencia Horacio Gómez!