De fogón, mate y otras yerbas - Hoy, Conservación de los recuerdos. Por Mariana Weingast
“Hubo un tiempo que fue hermoso, y fui libre de
verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos
de cristal. Poco a poco fuí creciendo, Y mis fábulas de amor, Se fueron
desvaneciendo, Como pompas de jabón…” (Canción Para mi Muerte,
Sui Generis).
Casi finaliza el mes de julio, en este mundo que más o menos creíamos conocer, pero ya no es el mismo. Poca idea hay de cuándo va a llegar la tan ansiada “normalidad” a la que queremos “volver”, pero “volver”, con el sentido o intención que se usa habitualmente esa palabra, tan linda, tan arrabalera, no creo que vaya a suceder, porque sin dudas nos espera otro mundo, con otras maneras de transitarlo, reconstruirlo, enfrentarlo, de vincularnos.
A esto
se le suma un glosario lleno de términos que de pronto estamos obligados a usar,
leer o sin ir más lejos, acatar: protocolo, sanitizante, máscara, tapabocas, curva
de contagio o aplanar la curva, escafandra, distancia social, paciente asintomático,
alcohol en gel o al 70% o en aerosol, plasma, anticuarentena, AMBA, aislamiento, hisopado, traje de
astronauta, home office o el más nuestro, teletrabajo, ASPO, hacer un Zoom, dejar un Zoom, fase
1, fase 2, fase que se yo cuanto… interminable... infumable.
Y esto de la terminología me trajo a la memoria un libro de Julio Cortázar, que leí hace muchos años, en mi adolescencia tal vez, y que luego releí porque fue bastante rara esa primera experiencia, y no era para menos. “Historias de Cronopios y de Famas” se llama, publicado por primera vez en el año 1962, es una recopilación de cuentos cortos, llenos de sarcasmo e ironía, con una cuota de reflexiones filosóficas, fiel a su estilo, pero con un lenguaje sencillo, donde el maestro rompe todo tipo de solemnidad literaria, a través del sinsentido surrealista, con escenas difíciles de imaginar y a veces entender.
Como la vida misma.
Y esto
no es casual, creo, porque el contenido del libro es una especie de reflejo de
la sociedad del momento en que fue creado, aunque aplicable a todos los tiempos; casi diría que es absolutamente inoxidable. Pero vamos desde el principio. así que, nos encontramos con cuatro partes que se las
resumo más o menos simple: La primera es “Manual de Instrucciones” donde Cortázar
empieza ridiculizando diferentes situaciones
cotidianas de la vida, reflexionando sobre esos hechos a los que normalmente, no
se le presta mayor importancia o atención como llorar, tener miedo, subir una
escalera, o dar cuerda a un reloj.
La
segunda parte se titula “Ocupaciones raras” en la que narra historias con
relatos exagerados de las actitudes de las familias, contrastadas con el imaginario social
y sobre los roles que interpretan cada uno de quienes la componen en diversas
situaciones como un velorio, cómo escogen los sobrenombres o como se transmite el miedo al resto de los miembros, por
nombrar algunas.
La
tercera parte se llama “Material plástico” y son relatos relacionados con el
mundo laboral y las actividades sencillas pero placenteras, aunque muchas de
ellas absurdas, como el espejo mágico en la Isla de Pascua, que según se ponga
del lado este u oeste, atrasa o adelanta
la imagen de quien en él se mira, o la historia de un señor que vive sin cabeza
porque cuando se la cortaron hubo una huelga y nadie lo enterró, perdiendo todos
los sentidos, excepto el tacto.
Pero es
la última parte, propiamente llamada “Historias de Cronopios y de Famas”, la
que me trajo a relacionarla con este tema de la terminología, y otras
cuestiones más cual efecto dominó, donde esas especies de protagonistas curiosos, nominados con esas expresiones extrañas - que le dan nombre
al libro - le aportaron a los lectores de aquel momento el uso de esos epítetos
para describir situaciones fácilmente reconocibles en la vida cotidiana y a sus protagonistas (más o menos como cuando nosotros, hoy en día, relacionamos a cualquier situación con un momento que se da en algún
capítulo de los Simpsons).
Y esto
es así porque los Cronopios, los Famas y los Esperanzas, que si bien aparecen poco, están también ahí, representaban a los actores sociales de esa época,
y son claramente delineados como una parodia del clasismo imperante, no importa cuando leas esto.
Parodia, por no decir lisa y llanamente una crítica al sistema que crea, a la larga, a las diferentes clases sociales (no así a quienes viven o vivimos bajo ese sistema y encasillados en cada una de las clases que nos toque en suerte o desgracia). .
Una de las descripciones que hace Cortázar y me encanta, es la que da título a ésta publicación de hoy. Se las comparto:
“Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: “Excursión a Quilmes”, o: “Frank Sinatra”. Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: “No vayas a lastimarte”, y también: “Cuidado con los escalones”. Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio”.[1]
A veces se hace difícil no identificarse con los relatos, muchos de ellos risueños, que de tanto en tanto causan risa, perplejidad o ternura, porque tienen una cuota de inocencia que contrasta con el absurdo que guía la casi totalidad de los cuentos, aunque ni siquiera sepamos que es un Cronopio o un Fama, o porque se le ocurrió llamarlos así.
Y para aportar más confusión al respecto, nada mejor que el propio Cortázar, que en una entrevista allá por 1977 le dijo al conductor del programa español “A fondo” cuando le preguntó porque les puso ese nombre:
“...Vino
así, el nombre y la imagen, y es por eso que al principio cuando se los define,
se busca la definición en el mismo libro; empecé a escribir sin saber cómo eran
y luego ya tomaron un aspecto humano… Relativamente humano, porque nunca son
completamente seres humanos, con esas conductas especiales de los Cronopios que
son un poco la conducta del poeta, del asocial, del hombre que vive un poco al
margen de las cosas; frente a los cuales se plantan los Famas que son los
grandes gerentes de los bancos, presidentes de las repúblicas, de la gente
formal que defiende un orden.
Las Esperanzas
son personajes intermedios, que están un poco a mitad de camino, sometidas a la
influencia de los Famas o de los Cronopios, según las circunstancias. El
problema conmigo, ya te lo cuentan, es que cuando me piden explicaciones es a
pura perdida, porque a mí me cuesta mucho explicar cosas que no me las explico
yo mismo”.[2]
Sobran
las palabras. Si Cortázar se queda impávido ante algunas cuestiones que no puede explicarse, imagino
que queda para nosotros, simples transeúntes de esta vida que cada día nos da, sorpresas, sorpresas nos da la vida, como se le oye cantar a Rubén Blades de tanto en tanto.
Por
eso, en estos tiempos de aislamiento, independientemente de si nos
identificamos con cronopios, famas o esperanzas, lo importante será tal vez ver cómo hacer
para seguir conservando cada recuerdo, a
nuestra manera, con los recursos que tengamos o aquellos de los que podamos
hacernos. Aún los de esta cuarentena de mierda, nunca anhelada ni imaginada, pero necesaria para tratar de poner a resguardo ni más ni menos que la vida.
No puedo irme sin música, así que les dejo esta versión de "Pedro Navaja", precedida por la gloriosa “Mack the Knife”, desde el álbum en vivo, grabado el 15 de Noviembre del 2014, llamado "UNA NOCHE CON RUBÉN BLADES" cuando la Jazz at Lincoln Center Orchestra dirigida por Wynton Marsalis, recibió al maestro para el deleite de todos y todas los presentes y quienes le den click al enlace con el que me despido.
Espero que lo disfruten. Salud!
[1]
Conservación de los Recuerdos - Historias de Cronopios y de Famas - Julio Cortázar,
Edit. Minotauro, 1962.
[2]
«Julio
Cortázar en 'A fondo' (1977) (I)». RTVE.es. 1977
Qué ganas de visitar ese maravilloso libro!!!.Después de leer Instrucciones para dar cuerda al reloj intenté no usar reloj por mucho tiempo, era piba y ya enpezaba a renegar contra este sistema despiadado y atroz. EXCELENTE !!!!
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