Una primera Generación Dorada (perseguida y borrada) - Por Sergio M.
(En este espacio rescataremos hechos y personajes de nuestro deporte, injustamente olvidados y relacionaremos sus historias con algunas elecciones musicales -bastante eclécticas por cierto- que ilustren las narraciones)
Hoy vamos a traer un recuerdo que nos muestra que no fue con la llamada Generación Dorada del siglo XXI que comenzó el éxito del básquetbol en la Argentina. Existieron muchas cosas buenas y malas antes. Entre las primeras, lo más maravilloso sucedió hace casi 70 años, con virtudes que aún hoy reclamamos y que merecen ser aplaudidas. Lo malo fue lo que pasó años después.
Mucho antes que la selección
de básquet obtuviera la medalla de plata en el Mundial de Indianápolis en 2002,
y posteriormente ganara el oro olímpico
en Atenas 2004 -entre otros logros- hubo otro equipo nacional que quedó en la
historia de este deporte. Corrían los años finales de la década del 40 del
siglo pasado, el continente europeo salía del dolor provocado por la segunda
guerra mundial, y comenzaban a respirarse aires de cambio. En este marco
internacional, en el congreso de la FIBA en 1948, se decidió
organizar el primer Campeonato Mundial de Básquet en 1950.
Por las consecuencias de la guerra, se resolvió también, que el torneo se disputara en América, y el país elegido fue la Argentina, ya que por entonces tenía un equipo competitivo, que venía de tener una buena actuación en los Juegos Olímpicos de Londres ’48, y el gobierno nacional ofrecía el apoyo necesario para la realización del certamen. La sede elegida fue el mítico Luna Park, que albergó, una vez más, un hito importante del deporte nacional. El torneo se llamó Primer Campeonato Mundial de Basket-Ball Libertador General San Martín, como homenaje por el centenario de su fallecimiento.
La competencia tuvo su inicio el 22 de octubre de 1950, con una victoria en el debut por 56 a 42 a Francia. Le sucedieron otras sobre Brasil (40-35), Chile (62-41), nuevamente Francia (66-41), Egipto (68-33) y así llegó el último partido para definir el primer puesto frente a los Estados Unidos.
En el encuentro final,
jugado el 3 de noviembre, la Selección dirigida por Jorge Hugo Canavesi venció
a la máxima potencia mundial de la disciplina, cuyo equipo estaba conformado
por el plantel completo de los Denver Chevrolets que era el campeón de la
anterior temporada de la National Industrial Basketball League (liga amateur
que competía en paralelo a la profesional NBA). El resultado final fue de 64-50
en favor del equipo nacional.
Al finalizar el partido se
desató el festejo bullicioso en las tribunas, mientras en la cancha, los
jugadores argentinos no acababan de comprender la magnitud de la hazaña que
habían terminado de realizar. Es que se esperaba un tercer o cuarto puesto para
la selección nacional, que al lograr el campeonato superó todas las
expectativas. Fue tal la repercusión popular que la gente que no había asistido
al partido, comenzó a acercarse al estadio con antorchas en homenaje al conjunto argentino en una jornada
que pasó a la historia como “La noche de las antorchas”.
De esta manera gloriosa el
básquet argentino comenzó su historia mundialista, obteniendo un logro hasta
hoy no repetido.
Pero lo que sucedió unos
años después con los jugadores argentinos campeones mundiales es digno de ser
recordado para que este tipo de historias no se repitan. Y el conocimiento
cabal de los sucesos forma la memoria colectiva que lo impedirá.
Como se
desprende de la fecha de celebración de aquel mundial ganado por Argentina,
eran tiempos de Perón, cuyo gobierno, había elaborado una política deportiva de
promoción y ayuda económica a determinadas actividades (sea porque consideraba
los beneficios sociales de la promoción del deporte o para utilizar como
propaganda, o por ambos) que dio excelentes resultados. En ese contexto, como
el fútbol no pasaba por su mejor momento y el polo era considerado un deporte
elitista, el apoyo oficial se volcó en especial al básquet. Y aquella primera
Generación Dorada no solo fue campeona del mundo, sino que en los torneos que
disputó en los años siguientes, siempre estuvo en el podio.
El favor
oficial se dio en particular de dos maneras. La primera en la previa al mundial, extendiendo las licencias
laborales a los jugadores del equipo nacional y la segunda, posterior,
concediéndoles como premio por la obtención del título un permiso de
importación de un automóvil a cada uno de los campeones. Estos dos elementos
fueron luego utilizados en su contra por una de las tantas dictaduras militares
que soportó nuestro país.
Sucedió
que, instalada la autoproclamada Revolución Libertadora, los hacedores de la
hazaña fueron acusados de haber percibido premios en violación a la regla de
amateurismo que regía en aquella época. Es decir, que el apoyo y el
premio que les concedió el gobierno fueron la excusa ideal para acusarlos de
profesionalismo, lo que determinó la suspensión de por vida de todos y cada uno
de los jugadores, de manera tal que no pudieron volver a jugar en ningún lugar
del mundo.
Ningún
gesto de reivindicación será suficiente para mitigar semejante injusticia. Pero
hubo algunos sucesos que han hecho visible para el gran público aquella sinrazón
que fue calificada como un verdadero “genocidio deportivo” por parte de León
Najnudel, el célebre ideólogo de la Liga Nacional.
Todo
comenzó cuando dos de aquellos campeones ingresaron al Salón de la Fama del
Básquetbol. El primero fue Oscar Furlong, en 2007, al que dos años más tarde se
le sumó Ricardo González.
La trascendencia mediática internacional de estas noticias, inspiró a un grupo de jóvenes cineastas a efectuar una investigación que terminó con un documental llamado “Tiempo Muerto”, financiado por el INCAA, presentado en el Festival de cine de Mar del Plata en 2010 y posteriormente estrenado comercialmente. En él se reúne a los campeones, se los entrevista, se los lleva a recordar, a la vez que se les rinde el merecido homenaje, devolviéndole presente a aquella gesta y a la tropelía que sufrieron, a través del material de archivo (incluidos hallazgos gráficos, de noticieros de la época y hasta parte de un relato radial del mundial).
Con
el guiño complaciente de las autoridades de la Confederación Argentina de
Básquetball -que primero festejaron entusiastamente los logros y luego se
sumaron a las acusaciones-, el proceso fue una farsa en la que la decisión
estaba tomada de antemano. Justamente, González, el capitán de aquellos
atletas, dijo que “No cabe ninguna duda de que la suspensión impuesta en la Revolución
Libertadora fue un revanchismo político porque había atletas que se destacaban
a nivel mundial y eso a Perón le venía bien…”.
Todos
sabían que el permiso para la importación de un automóvil solo era una exención
impositiva, ya que el precio del vehículo lo debían pagar igual. Pero si la
acusación era por violar la regla de amateurismo no se explica el sentido de
algunas de las preguntas. Recuerda también Gónzalez que “Nos preguntaron ‘boludeces’… De mí, por ejemplo,
querían saber si en la ceremonia de clausura de Helsinki desfilé con corbata
negra y por qué lo hice…Les contesté que sí, que a mí, como a todos los
integrantes de la delegación, me dieron la ropa, y que esa pregunta debían
hacerla al jefe de equipo o al presidente de la delegación…”.
Si recordamos que los juegos olímpicos de Helsinki se
celebraron en 1952 y durante el transcurso de los mismos se produjo la muerte
de Eva Perón, la pregunta adquiere el claro sentido político que el proceso
inquisitorio revistió.
Así, consumada la sanción, se cercenó toda una
generación de basquetbolistas de elite, lo que determinó que la recomposición
de ese deporte en Argentina para volver a ser competitivos, debió esperar hasta
la década del 80 en que se volvió a clasificar a algunos mundiales y juegos
olímpicos, comenzando un crecimiento que terminó con la nueva Generación
Dorada, la de Ginóbili, Scola y demás. Pero ese es otro tema.
Y para ilustrar musicalmente esta historia, claramente
dividida en dos partes, elegimos hoy a Joan Manuel Serrat. Primero, para lo que
sucedió en la noche de las antorchas, optamos
por “Fiesta”.
Y para lo sucedido luego de instalada la Revolución Libertadora, hacemos que el catalán nos recuerde que entre esos tipos y el pueblo argentino, necesariamente debe haber “Algo personal”.
El mezclar deporte con política nunca es bueno. Lo inteligente es hacer deporte con políticas claras y a largo plazo que sirvan para desarrollar a los jóvenes no solo físicamente sino también en el plano intelectual con el fin de ser mejores personas. Hay a la fecha algunas federaciones que tienen dirigentes que no entienden que solamente la base de la pirámide tiene que ser amplia y amateur, pero para estar en la elite, el amateurismo no existe ni puede ser posible.
ResponderEliminarExcelente. Ojalá sirva el conocimiento de estos hechos para que los que no las vivimos, sepamos que es lo que pasa en dictadura. Y para no bastardear el uso de la palabra en referencia a gobiernos constitucionales.
ResponderEliminarNo creo posible separar deporte de política. Están innegablemente unidos, y así resulta inevitable que uno repercuta sobre el otro. Aunque no se pretenda. O acaso olvidamos cómo se financia, fomenta, auspicia y desarrolla al deporte? Queremos dejar en manos de Adidas, Nike, los bancos y demás sectores financieros, el que determinado deporte, deportista o entidad pueda desarrollarse? O acaso no son utilizados políticamente los éxitos y logros de la ciencia? Y el desarrollo de empresas como Arcor no tiene ningún tipo de vinculación con los sucesivos gobiernos? Saludos
ResponderEliminarUff. De todo esto solo sabía que Argentina había salido campeón mundial en 1950 y me enteré cuando ya la nueva Generación Dorada empezó a ganar. Muy buena nota.
ResponderEliminarQue bien escribe mi papá cosas que uno no sabe. Al final eso de que se debe separar la política de la persona para poder entablar una relación es medio una pelotudez. Yo no aparezco como unknow porque tengo cuenta de blog.
ResponderEliminarMuy bueno el Articulo. Toda historia contada y transmitida a las nuevas generaciones es enriquesedor. En cuanto a la descripción de "la revolución Libertadora" yo preferiría "Revolución Fusiladora ". Porque describe realmente lo sucedido. Pero ese detalle no impide disfrutar de este material. Felicitaciones.
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