Un dandy todoterreno - Por Sergio M.


(En este espacio rescataremos hechos y personajes de nuestro deporte, injustamente olvidados y relacionaremos sus historias con algunas elecciones musicales -bastante eclécticas por cierto- que ilustren las narraciones)

Cuando pensamos en la relación de determinados deportistas con su pueblo, nos preguntamos qué características debe reunir un atleta para transformarse en ídolo popular. Y la respuesta, sin pretender adentrarnos en cuestiones sociológicas,  se puede resumir en una palabra bastante difícil de comprender: mística. Desde el aspecto de la idolatría la mística puede comprender aspectos tales como el origen humilde, los éxitos deportivos, las gestas heroicas, la simpatía, etc. Pero no necesariamente a todas y cada una de ellas; ha habido ídolos que no han sufrido privaciones en su vida personal,  otros que no han resultado nada simpáticos y aún aquellos que sin haber sido los mejores en sus disciplinas, han gozado de enorme popularidad. Creemos que la respuesta puede ser una simbiosis entre todos esos elementos. Y a partir del siglo pasado, y cada vez más acentuado, se adicionan dos componentes, cuales son: el económico (los negocios que los patrocinadores hacen con la imagen del deportista) y el mediático (la buena o mala relación con la prensa que tenga el personaje).
Todo este palabrerío introductorio es para graficar la perplejidad que tenemos al saber que la figura que hoy recordaremos no sólo no ha sido un ídolo popular, sino que además, su nombre ni siquiera es muy conocido entre el gran público.
Carlos Alberto Menditeguy, “Charlie”, fue un multideportista cabal, destacándose en tenis, polo golf y automovilismo, lo que sin embargo, no lo ha colocado en el olimpo de los dioses deportivos argentinos.
Nacido en una familia de la alta sociedad, siempre tuvo la vida resuelta  desde el punto de vista económico. Así, luego de ser campeón intercolegial de fútbol en su adolescencia, comenzó a dedicarse al tenis, donde llegó a ser el séptimo jugador del escalafón nacional en la década del 30 del siglo XX.
Como todo “niño bien”, aburrido del tenis, probó con el polo y mal no le fue. Alcanzó los 10 goles de hándicap y ganó con su equipo (El Trebol, integrado por él, su hermano Julio y los hermanos Tomás y Luis Garraham) el máximo campeonato mundial de dicho deporte, el Abierto Argentino,  en cuatro ocasiones consecutivas entre 1940 y 1943.


Sobre el final de la década del 40, nuestra celebridad se encontraba una mañana viendo una práctica para un torneo de golf y se le ocurrió comentar  que aquel juego era muy fácil. Al escuchar esta afirmación uno de los mejores golfistas amateurs de entonces le hizo una apuesta: llegar a ser scratch (jugar en el par de la cancha) en menos de un año. Y Charlie lo logró en nueve meses. Esto hizo que el gran Roberto de Vicenzo, dijera “Cuando me enteré de esa apuesta, pensé: ¡ni loco va a poder! Pero lo hizo, y es récord mundial…”.
Luego se metió de lleno en el automovilismo, compitiendo con éxito en el Turismo Carretera, donde acumuló triunfos y adquirió prestigio. En otra exhibición de su carácter arrogante e intrépido, se cuenta que estaba presenciando una carrera de Fórmula 1 en Palermo y ante el paso del auto de Juan Manuel Fangio, alguien afirmó que  pasaría mucho tiempo antes de que apareciera otro Fangio;  Menditeguy replicó un lacónico “mucho no”. Puso manos a la obra y  unos años después llegó a la máxima categoría del automovilismo mundial en la época en que dos compatriotas eran figuras destacadas, el ya mencionado  Fangio y Froilán González.
Menditeguy llegó a ser piloto oficial de la escudería Maseratti, luego de ganar los Mil Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en enero de 1956, en pareja con el entonces subcampeón del mundo Stirling Moss.
Era tanta la calidad conductiva de Menditeguy que Fangio llegó a afirmar que Charlie no fue campeón del mundo porque no quiso. Y un reflejo de ese desinterés es la anécdota que se cuenta sobre su ausencia en el Gran Premio de Mónaco de 1956, al que no se presentó ni a los entrenamientos ni a la carrera, habiéndose efectuado todo tipo de especulaciones en torno a su paradero que iban desde un accidente fatal, hasta un secuestro. Pero la verdad era mucho más simple y la contó el propio protagonista cuando reapareció días después: estaba en la Costa Azul con la que en ese momento era una joven figura del cine francés, Brigitte Bardot. Cuando la escudería lo echó de sus filas, alegó que “no era una oportunidad para desperdiciar”.
Vuelto al TC protagonizó otra anécdota célebre. En 1963 punteaba el Gran Premio que finalizaba la temporada, cuando a quince kilómetros de la llegada, su Ford dijo basta. Ante esta situación, Menditeguy bajó del auto, se quitó los guantes, sacó un encendedor y pasándoselo a su acompañante le ordenó “quemeló Linares, quemeló”.

Luego de su retiro fue presidente de la Asociación de Corredores de Turismo Carretera y criador de caballos de carrera (heredó el haras familiar) con gran fortuna, hasta su muerte en 1973.
Arrogante, ególatra, con mala relación con la prensa, el público no lo adoptó como propio a pesar de sus innegables condiciones para el deporte en general y de que quienes lo conocieron hablaban de un tipo pícaro y muy simpático.
En fin, un representante de otra época, a través de cuya biografía y divertidas anécdotas se puede entender un poco más el  mundo de hace poco menos que un siglo.
Puestos a la tarea de ilustrar musicalmente esta historia,  para el niño bien de Recoleta al que no arredraba ningún desafío e iba por todo, sin importar el deporte del que se tratara, siempre ganador, elegimos a Sammy Hagar con “Winners Take It All”.


Y para la faceta de Charlie Menditeguy ganador fuera de las pistas, les dejamos a Babasónicos con “El playboy”.








Comentarios


  1. Muy bueno Sergio, Charlie fue un fenómeno se destacó en todo lo que se propuso, es una lástima que no se haya animado andar en globo si lo hubiera hecho seguro habría sido presidente de Huracan

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  2. Me encantó! Una historia que desconocía por completo.

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  3. Muy bueno. Aporto un dato que no es importante para la historia, pero es interesante. El tal Charlie era el padre de Isable Menditeguy que estuvo casada con Macri . De todos modos la muerte de Menditeguy es de más de 20 años antes de que la hija se casara con el gato.

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