BUENOS AIRES, ARGENTINA, LA FIEBRE CIVILIZADORA O BARBARIE - POR ROSANA LEPRETRE



                                                            
                                                            Autor: Juan Manuel Blanes (1830-1901)
Uruguayo, llamado "El pintor de la Patria"
Realizado: c.1871
Técnica: Óleo
Soporte: Tela
Medidas: 230 x 180 cm


Parafraseando... "qué ves, cuando me ves”... Y volviendo al cuadro “La fiebre amarilla”, éste realmente fue un emblema de un episodio único en la Argentina.

La epidemia de 1871 transformó hasta la actualidad la vida social e institucional de Buenos Aires con un hondo dramatismo, produjo más de trece mil muertes en cuatro meses, la habilitación de un nuevo cementerio (Chacharita), más de cincuenta mil habitantes abandonaron sus hogares.La imagen del cuadro habría sido entonces, un buen “reflejo” de los dramáticos momentos vividos por los ciudadanos.El episodio del cuadro representa una oportunidad para reflexionar sobre el poder de una imagen, en esa época y también en la actualidad, pensando en el poder de las redes, imagen, y en como ayer y hoy se puede controlar y llenar de miedo a las “masas”. Un cuerpo yace en el suelo, un niño llorando, desorden y hombres robustos, intelectuales, bien vestidos observando, imagen fuerte ayer y hoy también.

Por esos años la Presidencia era de Domingo Faustino Sarmiento, el gobernador Emilio Castro y el municipal precedido por Narciso Martínez de Hoz, ciudad sin sistema de drenaje puesto que estaba situada en una llanura, salvo el caso muy particular donde un grupo de habitantes que obtenían aguas sin impurezas, para el resto de la población la situación era muy precaria en lo sanitario y existían muchos focos infecciosos, por ejemplo los conventillos, generalmente habitados por inmigrantes pobres venidos de Europa o afroargentinos que se hacinaban en su interior y carecían de normas de higiene más elementales
Hubo ocasiones que la enfermedad había llegado a Buenos Aires en los barcos que arribaban desde la costa de Brasil, donde era endémica, pero se cree que la epidemia de 1871 habría provenido de Asunción de Paraguay, portada por los soldados argentinos que regresaban de la guerra de la Triple Alianza, ya que previamente se había propagado en la Ciudad de Corrientes.
En el peor momento la población porteña se redujo a menos de la tercera parte, debido al éxodo de quienes abandonaron la ciudad para intentar huir.

En cuanto a la población negra, el vivir en condiciones miserables los trasformó en uno de los grupos poblacionales con mayor tasa de contagio. 
Según las crónicas de la época, el ejército cerco las zonas donde residían y no les permitió emigrar hacia barrio norte, donde la población blanca se estableció y escapo de la calamidad. 
Murieron masivamente y fueron enterrados en fosas comunes.

Como la epidemia era fuerte en las zonas más pobladas de la ciudad, las autoridades supusieron que la principal causa era el hacinamiento pobre de los conventillos; de lo que dedujeron que la solución era echar la gente a la calle. 
Alarmados por la suciedad que encontraban en las viviendas rápidamente destruirían las pertenencias de los habitantes
En el Cementerio de la Chacarita llegaron a enterrarse 564 personas en un solo día, mientras que los diarios cerraron todos, con una excepción: La Prensa redujo su edición a dos páginas.
El puerto fue puesto en cuarentena y las provincias limítrofes impidieron el ingreso al personal y mercaderías procedentes de Buenos Aires, y los alquileres aumentaros fuertemente en los alrededores de la ciudad
Destacamos que el presidente Domingo Faustino Sarmiento y su vicepresidente Adolfo Alsina abandonaron la ciudad en un tren especial, acompañado por otros 70 individuos, gesto que fue muy criticado por los periódicos; también la Corte Suprema en pleno, cinco Ministros del Poder Ejecutivo Nacional y la mayor parte de los Diputados y Senadores abandonaron la ciudad.

"...síntomas del amor se confunden con los de esta enfermedad...".
El amor en tiempos de cólera, de Gabriel García Márquez.

Hoy no abandonamos la ciudad, estamos en pequeños o grandes exilios, en grandes encuentros y desencuentros, en seguir como nos enseño Foucault sujetos disciplinados, y si...no se enojen pero todo el día escucho y leo: ..” me encontré con mi yo interior”, redescubrí a mi pareja, a mi hijo le gustan las tostadas, “nos tenemos que hacer una rutina”, etc... Esta enfermedad nos toca a todos por igual…MENTIRA!!! El que vive en dos ambientes con dos pibes, el que vive en una villa, el que no tiene trabajo formal, el que tiene un viejo que le tiene que cambiar los pañales, y esta todo el día en el mismo lugar, las parejas que no se soportan y tienen que estar juntas, los que soportan la violencia, los enfermos psiquiátricos, los autistas, no es lo mismo en estos sectores, que en los sectores burgueses; no es lo mismo, por más que creamos que internet nos iguala y podamos ver por Instagram a Valeria Maza haciendo polenta, como yo en mi casa.

Estamos más sensibles, si, el encierro no le hace bien a nadie, pero un poquitín de reflexión... 
El otro día en un programa de televisión donde por supuesto se habla del tema, la nieta de una abuela que había muerto de COVID - 19, y no la podían velar y bla bla blá, lloraba desconsoladamente puesto que no se había podido despedir de ella, tierno, conmovedor hasta que el notero le preguntó: - ...Cuándo fue la última vez que la viste? - , ella contesta: - En octubre…- 
NENA!!! Estamos en Mayo!!!
Dejá de jodé.

Pero como en el cuadro, siempre los más perjudicados son los pobres, sí, aunque con una gran diferencia, Fernández no es como Sarmiento, está aquí con nosotros.




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