Algo más que un nuevo estado de bienestar y el “impuesto a la riqueza” - por Adriana Farah
La desgracia argentina y su pobreza estructural empiezan con la propiedad de la tierra cuando en los principios de la historia del país ALGUNAS FAMILIAS se apropian, por medios non sanctos, de las tierras que Roca, entre otros, les adjudican “graciosamente” cual reyes. Pasado algún tiempo, esas familias conforman la oligarquía terrateniente que luego encarna en la oligarquía política. En esa élite se manifiesta el sector de la población que cuidando sus propios intereses económicos subordina la independencia política, la soberanía de La Argentina a los intereses de otra élite, una élite de tierras extrañas, la élite conformada por el poder económico global devenido en estos tiempos en poder financiero y del cual la élite nacional forma parte.
El modelo argentino sostenido por los gobiernos liberales, neoliberales y de facto ha propiciado la gran agricultura porque ella sostiene a la élite y es la fuente de la desigualdad de clases.
La relación “propiedad de la tierra-élite rectora de los destinos de La Argentina-poder económico financiero”, se manifestó evidente cuando la derecha conservadora argentina logró por primera vez asumir
INSTITUCIONALMENTE el gobierno con Mauricio Macri a la cabeza el 10 de diciembre de 2015.
Este sector, esta élite, no favorece la implementación de un nuevo Estado de Bienestar pues, como ya lo manifestamos en artículo anterior publicado por este medio, una de las llaves del Keynesianismo es el Consumo y la élite no consume los bienes que alientan la producción y el empleo. La élite no consume bienes de primera necesidad, o bienes que demanda la generalidad de los ciudadanos; la élite destina una pequeña porción de sus ingresos a esos bienes y una proporción mucho mayor a bienes de lujo y al ahorro, ahorro que va a parar a la inversión financiera y a la fuga de divisas (porque esa élite es la gran poseedora de la moneda extranjera conque se cobran las exportaciones argentinas). Ahorro que no derrama.
Decíamos en artículo anterior también, que la descomunal desigualdad en la distribución de la riqueza no tan sólo es injusta sino perjudicial a la macroeconomía justamente porque impide que el incremento del Consumo logre su objetivo keynesiano. Es una necesidad económica que los ingresos de los más ricos disminuyan para que aumente el ingreso de los más pobres y entonces el Consumo Total se expanda.
Como esto último no es posible (por lo menos en un tiempo cercano), se hace necesario el “aporte” de las grandes fortunas que reclama con pertinencia el nuevo gobierno apelando a la solidaridad que la hora de la pandemia impone.
Pide el gobierno y el pueblo que la élite destine, POR UNA VEZ, una porción del 1 % a la patria que le concede con exclusividad los frutos de esta bendita tierra. Ese 1% que pagarían las ganancias de las 15.000 personas que integran la élite (unos 800 millones de dólares) que podrían aumentarse con un “aporte” extra (un 2%) sobre los bienes que tienen fuera del país. Cuánta solución podría darse a las carencias de agua de las villas populares que hoy no pueden lavarse el coronavirus de las manos!
Los frutos de la tierra a los que la élite accede es sin el esfuerzo del trabajo. Así nos lo indica Sieghard Neckel cuando dice que “dado que la renta del propietario se basa en la parte apropiada del producto neto rural sin necesidad de esfuerzos propios, el modo de financiamiento actual del capitalismo se caracteriza por el hecho de que la acumulación de capital ocurre sin inversión y el retorno de la ganancia está garantizado” ( extraído de Página 12). Garantizada la ganancia el “aporte” que se pide no es pérdida, no mengua las fortunas ni pone en peligro la continuidad de la gran empresa agropecuaria. Tampoco hiere de muerte a la gran empresa industrial que es hija del agro, como Techint que ya llevó lo suyo afuera.
Pero deja mucho que desear que se hable de “aporte por única vez” cuando la cuestión ya no pertenece al campo de lo ético, ni al de la solidaridad; ni siquiera la cuestión debe analizarse por el camino que tienen que ver con lo delictual en el campo de los tributos. ( evasión impositiva).
La mirada debe ser más profunda. Se trata de cómo elige organizarse una sociedad. ¿Serán sus principios los que definan que la salud, la educación, la soberanía alimentaria, los frutos de la tierra, los bienes culturales…el buen vivir, sean para todos?
Aquí consideramos que la distribución, el acceso a todos los bienes más arriba citados, parte de una nueva forma del uso de la tierra porque allí está la base de nuestra economía. Si a la producción primaria, desde un USO generalizado de la tierra ( no por unos pocos) logramos sumarle el Valor Agregado de la industrialización entonces la cadena de valor desde el producto de la tierra hasta el producto industrializado engrosará el poder de compra de todos, el consumo de todos, el buen vivir para todos. Así de simple.
Por eso hablamos de ALGO MÁS cuando enunciamos la necesidad de “Un nuevo Estado de Bienestar o Algo Más” en artículos anteriores.
Que el “aporte” que se pide a las grandes fortunas hace falta no se niega. Pero no es el aporte sino un impuesto y no por única vez lo que se necesita. Si quienes detentan la propiedad de la tierra y ni siquiera quieren “aportar” va de suyo que también se resistirían al impuesto que deben a la sociedad por tener en sus exclusivas manos la explotación de un recurso que es de todos. Nada menos que el recurso que produce el alimento.
ALGO MÁS es un pacto social nuevo basado en el uso colectivo de los recursos que tenemos. Cómo llegar a él es la cuestión. Sabemos cómo hacer. Seguro. Pero también sabemos que la resistencia de los sectores concentrados del poder económico sería de proporciones.
La élite está en el poder económico y político. Tenemos allí a un Federico Pinedo, a un Marcos Peña, a un Martínez de Hoz, a un y una Bullrich, oligárquicos ellos, a un y varios Macri, nuevos ricos ellos aunque no oligárquicos, que son los adalides de toda la élite y que no cejan en sus intentos contra el gobierno del pueblo. Pueblo hambreado y hasta famélico después de los 4 años y ahora con la pandemia. Impuesto nacional a las grandes fortunas.
Y finalmente, podrá pretenderse que un gobernador, servidor de la élite salteña, diseñe, imagine, sueñe con un Impuesto a la tierra productiva en nuestra Salta (cuna de añejos terratenientes)?
Que sueñe para el pueblo de la provincia?
Comentarios
Publicar un comentario