¿QUÉ VES CUANDO ME VES? - La construcción social del otro - por Carolina Beresi




“…Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas…” (Martin Luther King)


La construcción de nuestra identidad como sujetos siempre surge desde la interacción con “los otros”, de quienes nos distinguimos mediante las diferencias.

Cada variación detectada va conformando paralelamente una percepción de “ellos” y de “nosotros”. Y se va construyendo, además, un discurso al que nos aferramos y un orden simbólico que nos legitima en nuestra identidad. Realizamos esta diferenciación teniendo en cuenta aspectos como la edad, el sexo, la nacionalidad, género, religión, etc.

Cuanto más contrastes encontramos en nuestra interacción con otros sujetos, más se fortalece la diferencia y aumenta el sentimiento de igualdad con quienes presentan características similares a las nuestras, surgiendo así también un sentimiento grupal o colectivo, que se conoce como Identidad Social.

En este proceso intervienen tanto mecanismos psicológicos y sociales como políticos, que interactúan entre sí para que esta diferenciación se efectivice.

Ese otro (ajeno a nosotros) mantiene su autonomía y, con su acción o inacción, podría afectar y alterar la realidad en la que ambos colectivos conviven. De esta posibilidad es la que emerge, muchas veces, el miedo y la hostilidad hacia aquellos considerados diferentes o extraños. La desconfianza y el rechazo hacia lo diferente surgen tempranamente y se van reforzando a lo largo de nuestra vida.

Lo extraño o desconocido se interpreta como amenazante y se convierte fácilmente en un enemigo capaz de atacar todo aquello que consideramos fundamental en nuestros valores y en nuestra propia subjetividad o de nuestra Identidad Social.

La sociabilización y la pertenencia a determinado grupo o colectivo, se sostiene con un universo simbólico común que se encuentra por encima de la experiencia individual, donde las tradiciones, mitos, los estereotipos culturales y el discurso son factores utilizados especialmente para justificarnos como colectivo.

A nivel social, la Alteridad y la Oposición aparecen como elementos fundamentales para construir dicha percepción.

Aunque dejarse atrapar por esta lógica implica someterse a la idea de que “el Otro es aquello que nunca fuimos, que no somos y que nunca seremos”. Incluso podría decirse que, siguiendo este camino hasta el final, podemos llegar a convertir al Otro en aquello que no queremos ser.

Cuando las contradicciones observadas en “los otros” son interpretadas como asimetrías en términos de inferioridad o peligrosidad de los diferentes, corremos el riesgo de identificar a la causa de la desigualdad en los rasgos individuales de las personas (género, etnia, orientación sexual, etc.).

Es a partir de allí que los estereotipos y los prejuicios comienzan a incidir de manera más concreta en los vínculos con “los otros”.

 

Cuando hablamos de Estereotipos nos referimos a la generalización que hacemos sobre los miembros de determinado grupo, mediante los cuales se magnifican o absolutizan rasgos característicos de los sujetos que componen este grupo. Es decir que se construyen esquemas mentales de la realidad por los cuales se generaliza a los miembros de algún grupo.

El estereotipo es colectivo puesto que es una imagen compartida por una colectividad. Podemos identificarlo claramente cuando escuchamos referencias, por ejemplo, a “los negros”, “los indios”, “los putos”, “los piqueteros”, “los pobres”, etc. 

Los Prejuicios, por su parte, son los sentimientos y emociones positivas o negativas que se tienen sobre un grupo social y sus miembros en particular. Las evaluaciones afectivas dependen de las creencias sobre el grupo, por lo que se encuentran directamente relacionados con los estereotipos manejados por el “nosotros”. Es decir que si un estereotipo es negativo, se pueden generar prejuicios negativos y si el estereotipo es positivo se podrá generar un prejuicio positivo.

Colocar una etiqueta o categorizar a una persona en particular puede constituir un prejuicio debido a la distorsión que puede existir en las percepciones cuando no conocemos realmente a la persona. Y debemos decir, también, que los prejuicios tienen la tendencia a convertirse en actos discriminatorios.

Finalmente, la Discriminación supone maltratar o limitar posibilidades a personas, por tener características especiales que definen su pertenencia a un grupo. Consiste en tratar a alguien de forma distinta solo por ser quien es o por sus creencias y es muy fácil negar los derechos humanos a una persona si se la considera como alguien diferente o inferior.

Cuando estas prácticas diferenciales se consolidan a través de las instituciones y leyes de una comunidad, la discriminación responde a una intencionalidad política. De modo que las diferencias quedan establecidas y delimitadas de determinada manera y responden a determinados intereses. Pudiendo, además, convertirse en un móvil legitimado para emplear la violencia hacia otros sujetos.

El reconocimiento del otro en sus diferencias no implica que deba ser tratado de manera distinta o estigmatizado. La xenofobia, el racismo, la homofobia o incluso la misoginia, entre otros son expresiones reiteradas de estas distorsiones.


Por el contrario, las diferencias que se advierten al calificar al prójimo como un Otro siempre constituyen una riqueza social cuyo valor debe ser defendido mediante el entendimiento y el diálogo profundo.

Los sucesos de graves situaciones discriminación que vimos en los últimos días constituyen un llamado de atención muy importante. No están superadas las contradicciones. Por el contrario las tensiones sociales y políticas se incrementan al ritmo de los cambios observados a nivel mundial.

La reflexión y el cuestionamiento a nuestras actuales formas de relacionarnos constituyen hoy una forma de resistencia y una búsqueda de integración armónica del tejido social. Podremos lograrlo, únicamente, mediante el reconocimiento consciente de cada uno de nosotros y la aceptación de nuestras diferencias como la mayor de nuestras riquezas.





Comentarios

  1. Muy bueno felicitaciones Carolina. A seguir proclamando una justicia más consiente de las igualdades que de las diferencias.

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