LA TRAMPA DEL PENSAMIENTO BINARIO - por Carolina Beresi
hombre / mujer civilizado / salvaje
blanco / negro
heterosexual / homosexual
aliado / enemigo cordura /
locura
salud / enfermedad normales /
anormales
capitalistas / proletarios izquierda / derecha
belleza / fealdad materia / espíritu
sexual / no sexual humano /
animal
feminidad / masculinidad luz / oscuridad
El pensamiento dicotómico es excluyente, limitante y cerrado. Quizás esto empieza hace muchos años, cuando Aristóteles afirmaba que la realidad está dividida en pares de opuestos que son la base del pensamiento. Por ello nos hablaba de “tertium non datur” que significa “no hay tercera opción”.
Esta manera de pensar los problemas que enfrentamos implica fomentar la división de la realidad en grupos contrapuestos. En uno me ubico yo, con la certeza de mi opinión, frente a la opinión (o concepción o forma de vida o elección) del grupo antagónico.
Hay que reconocer que el pensamiento binario es sumamente útil para tomar decisiones, porque limita las opciones y resulta eficaz porque sería imposible evaluar todas las posibilidades existentes en cada oportunidad en que debamos optar entre distintas alternativas.
O sea, el binarismo es más práctico pero menos preciso, mientras que la complejidad es menos práctica, pero más precisa. Sin embargo el pensamiento dicotómico también resulta muy útil para mantenernos ocupados y separados.
Tengamos en cuenta que toda posición que se presenta como absoluta o universal surge como la asimilación (igualación) de lo que no es igual como si fuera idéntico. Como una totalización de sentido, de pensamiento, de concepciones.
Si analizáramos por un momento las verdades que defendemos, que asumimos como válidas y si, además, tuviéramos la precaución de mirar detenidamente a que posiciones o ideas nos enfrentamos, quizás empecemos a ejercitarnos en la duda como una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento.
A todos nos queda más que claro que la duda, cuando es planteada por cualquier persona, se interpreta como inseguridad, lo que a su vez puede traducirse como vulnerabilidad de quien duda.
Si empezamos a pensar en la duda como herramienta, no deberíamos olvidarnos de que Foucault nos enseñó que el “poder” y la “verdad” están íntimamente relacionados, porque el poder intenta hacer valer las verdades que les son útiles o funcionales.
Necesitamos deconstruir nuestra propia percepción de la realidad y aceptar que la diversidad es parte de la vida, que existen los matices, la variedad y la complejidad, los cuales no podemos negar testarudamente.
Si entendemos la importancia de crear nuevas maneras de aprendizaje que nos permitan manejar nuevos conceptos, quizás podríamos ver nuevas opciones y, en definitiva, acercarnos a nuevas prácticas sociales. Deberíamos manejar otras nociones e ideas sobre lo que se nos presenta como “lo normal”, revisando todas nuestras certezas y nuestras verdades.
Siempre creí que las etiquetas o las categorizaciones tan rotundas solo nos cierran puertas. Por el contrario, pienso en la duda como un ejercicio que nos brinda una gran oportunidad para quienes soñamos con cambiar algo.
Es Edgar Morín quien nos habla del “pensamiento que relaciona” (refiriéndose al pensamiento complejo), lo que junto al ejercicio de la duda podría ser una herramienta válida como una contraposición al pensamiento binario.
Cambiar nuestra actitud ante las certezas que nos rigen no implica sencillez, todo lo contrario, es difícil y debemos ser conscientes de que la posibilidad de equivocarnos siempre será mucho más alta cuanto más profundicemos en los matices y en la complejidad.
Muy interesante tu articulo Carolina, lo tomare para mi clase de filosofía, en grados 10 y 11 de bachillerato en Bogotá, Colombia. Quería contarle a mis estudiantes algo de la autora pero desafortunadamente mi búsqueda fue infructuosa . De pronto si ves mi comentario podrías contarmealgo. Muchas gracias
ResponderEliminarJairo Hoyos