Yatasto con aroma de mujer - por Silvana Beatriz Da Silva
“Según la historia oficial este edificio fue escenario del histórico abrazo de Belgrano y San Martin hace ya más de 200 años”.
Cada
uno de nosotros está formado por múltiples historias. Lo mismo pasa
con nuestro país, que es la suma de historias grandiosas, de
pequeñas historias, de historias felices y de otras no tanto,
incluso algunas que preferiríamos no recordar, aunque debamos
hacerlo para no repetirlas. También podemos hablar de una gran
presencia femenina, cosa que casi no se menciona al igual que la
participación de gauchos y negros. Hubo todo un movimiento de
mujeres que aportaron a la causa patriótica y no sólo cocinando y
cosiendo. Muchas arriesgaron sus vidas haciendo de espías llevando o
trayendo información sobre movimientos del ejército realista. Las
mujeres, como siempre, participando de todo y por su esencia teniendo
una gran habilidad para tejer estrategias. Por eso presento este
cuento, en el que la historia abandona su habitual pedestal machista
para tornarse posible un lado femenino y de ese modo pertenecerle
mejor a cada uno de los lectores, protagonistas del presente y del
futuro. En un lenguaje tan sencillo, que es posible ser leído por un
niño, pero tan profundo que les abrirá la mente y el corazón.
Viaje
al corazón de la Historia
Lo que más nos apasiona a mi
hija quinceañera y a mí es recorrer los lugares históricos de
nuestra patria. Así fue que llegamos a la posta de Yatasto, un lugar
entre las poblaciones salteñas de San José de Metán y Rosario de
la Frontera, bañada por el rio Yatasto, ahí se encuentra este
encantador lugar, en medio de una gran vegetación y hoy rodeado de
plantaciones de arándanos. La historia escrita y oral transmitida
por generaciones nos dice que fue aquí donde se encontraron por
primera vez, el 17 de enero de 1814 Manuel Belgrano y José de San
Martin. Ya habían intercambiado mucha correspondencia previamente
donde se manifestaban mucho respeto y admiración el uno con el otro,
aún en sus diferencias. Belgrano reconocía frente a San Martin que
él era un militar improvisado, tanto que cuando se enteró que el
gobierno de Buenos Aires había nombrado a San Martin en su
reemplazo, se alegró y le escribió: “Mi corazón toma aliento
cada instante que pienso que usted se me acerca, porque estoy
firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria, y podrá
el ejército tomar un diferente aspecto. Empéñese usted en volar,
si le es posible, con el auxilio, y en venir no solo como amigo, sino
como maestro mío, mi compañero y mi jefe si quiere, persuadido que
le hablo con mi corazón, como lo comprobará la experiencia”.
El
guía que contratamos nos cuenta que el edificio de la posta aún
conserva algunas partes en pie (fue declarado “Monumento Nacional
en 1941), que pertenecía al casco de la estancia propiedad del
coronel VICENTE TOLEDO PIMENTEL. La había heredado y la restauró en
1784. Luego de la Revolución de 1810, habiéndose adherido a la
causa de los revolucionarios de Mayo de 1810, apoyó a los ejércitos
insurgentes que se desplazaban hacia el Alto Perú, mediante la
contribución de 1300 caballos y 100 vacas al Ejército del Norte,
cuando éste estaba al mando del general JUAN RAMÓN BALCARCE.
Constaba
de dos plantas, construidas en su mayor parte con adobes encalados.
En la baja tenía cuatro habitaciones contiguas, incluyendo una
cocina con fogón a leña y estaba abierta por su lado sur a una
galería con un alero, sostenido por columnas rectas de madera. En la
planta superior había una habitación a la cual se podía acceder
por una escalera de madera y que tenía una ventana que miraba al
valle con un balcón voladizo. Los techos eran “a dos aguas” y
estaban cubiertos con tejas musleras rojas de media caña. En la
actualidad, solo una parte del edificio es la original. Hay aún
restos de piedra que eran las paredes de las antiguas habitaciones y
de una pequeña iglesia, mientras que los originales cimientos de
piedra todavía se conservan a la vista del público que visita el
lugar.
Mientras
recorríamos el lugar mi hija me pregunta: ¿mami, que es una posta?
Para mi es una casa…Hija. la palabra posta viene del quechua que
quiere decir “canje o entrega”. En estas postas se intercambiaban
caballos, se los alimentaba y se los hacía descansar para continuar
el rumbo. Allí se podía pasar la noche, comer, asearse, beber caña
y hasta jugar a los naipes para entretenerse, pues las postas a veces
eran como pulperías.
Ya
era el mediodía, y habíamos recorrido en su totalidad la posta en
distintas direcciones, por dentro y por fuera, y tenía la idea
precisa de que estábamos en 1814, habíamos retrocedido más de 200
años, y porque negarlo, sentimos varias veces el crujir de las
maderas del piso superior como si alguien caminara, aunque nadie
estaba allí. ¿Eran pasos? ¿De quiénes? Hasta tuvimos la tentación
de mirar por la gran cerradura de un viejo baúl, que nos contaron
que eran de la época, fueron minutos interminables que nos hacía
sentir que nos empujaban hacia dentro del mismo. El guía nos dice:
no se asusten, muchos dicen que escuchan pasos y ven hasta sombras,
quizás sean ellos, los que forjaron nuestra historia. Teníamos la
sensación de querer que alguien se apareciera, pero a la vez las
ganas de salir corriendo. En ese momento cuando estábamos de salida,
aparece una mujer con ropa de época para despedirnos, imaginen el
susto y las risas temerosas que nos provocó. Para mis adentro pienso
“que lindo hubiera sido verlos”.
Ya
el apetito nos hizo terminar este maravilloso recorrido, nos
dirigimos a un viejísimo almacén de rubros generales donde hacían
comidas caseras. Un lugar muy antiguo con un palenque en la puerta y
varios caballos atados en él. Adentro un grupo de parroquianos
almorzando y otros jugando a las cartas.
-Que
se van a servir? –pregunta un señor muy amablemente. Nos
recomienda unas empanadas para comenzar y nos pregunta: -de Buenos
Aires?, le respondemos que sí, que vinimos a conocer la posta de
Yatasto, donde se encontraron Belgrano y San Martin. Qué lugar
emocionante, le digo. De repente escuchamos
una
carcajada muy fuerte, imposible de no darse vuelta para ver de quien
provenía.
–Basta
abuela!! Le dice el señor cantinero a una anciana que era tan vieja
que parecía una momia. Su carcajada dejaba ver su boca sin un solo
diente. Daba un poquito de miedo.
-Perdón
señora, mi abuela es muy anciana, y cada vez que escucha Yatasto se
ríe. ¿Le pregunto por qué? Y me responde que le pregunte yo misma.
¿Mi intriga me llevó a consultarle, Buenas tardes señora, ¿quería
consultarle porque se ríe cada vez que escucha Yatasto? Y lo que me
contó me dejó con más preguntas que respuestas.
-Me
río porque la gente dice que en Yatasto se encontraron los héroes.
Pues no señora, no fue ahí. Ese encuentro fue en la posta de Los
Algarrobos a unas doce leguas de aquí. Vengo de una generación de
mujeres que estuvieron junto a los patriotas, desde mi bisabuela, que
estaba enamorada de un soldado de la tropa de Belgrano, ella era muy
compañera de doña Josefa, la querida de Belgrano como le decían
para desprestigiarla, pero en realidad ella era su mujer, su amor, su
compañera, su confidente y su gran estratega. Ella participaba en
todas las reuniones como una más del ejército, él lo permitía así
y nadies podía decir nadita y ella tampoco lo permitiría, Era una
mujer de mucho carácter y se hacía respetar. Los hombres quisieron
que ella no esté en la historia, hasta se olvidaron de recordar que
ella participó activamente en el Ejército del Norte junto a él. Si
hasta ella fue la que cocinó pescado para ellos dos ese día del
encuentro, de ahí que se conoce la receta del “dorado a la San
Martin” ella misma le puso ese nombre cuando hizo traer el pescado,
y sonriendo socarronamente dijo “el dorado a la San Martin”, lo
cocinaba presurosa porque quería estar y escuchar que hablaban ellos
dos, no quería perderse nada. Según mi bisabuela, fue ella la que
estuvo horas enteras hablando y a veces discutiendo con Belgrano de
cómo debería hablarle a San Martin y contarle las penurias que
habían pasado por culpa del gobierno de Buenos Aires, la falta de
dinero, de pertrechos, que ni su enfermedad lo había parado, él
tenía sífilis, paludismo y una enfermedad en las piernas muy
dolorosa que lo tenían a mal traer. Le decía que se defendiera de
ese militar que venía a sacarle su lugar, ella tenía dudas sobre
las intenciones de San Martin, y le decía que era un ingenuo al
creerlo un amigo, que nunca le perdonarían las derrotas de
Vilcapugio y Ayohúma. Pero luego de la cena, doña Josefa ya había
cambiado de opinión, las palabras de San Martin le parecieron
sinceras, que no quería herir en nada los sentimientos de Belgrano y
que hasta le ofreció que se quede con él, que la patria lo
necesitaba. Ella llegó a decirle a sus compañeras y compañeros que
fue un gran encuentro, un sentido abrazo de dos héroes, uno que
venía muy agotado, desgastado, defraudado con otro que era lo nuevo,
que venía con las fuerzas intactas para continuar el recorrido de la
causa. Desde ese día admiraba a San Martin como hombre y como
militar.
Mi
bisabuela siempre decía que fue un gran error que hayan separado
del mando a Belgrano fue una mala decisión que se ha pagado muy
caro, no porque el general San Martín no fuera digno del reemplazo,
y con más ventaja, si se toma en cuenta sus superiores conocimientos
militares, sino porque habiéndose separado también a los pocos
meses para emprender el cruce de los Andes, dejó un vacío inmenso,
que no pudo llenar el General Rondeau.
Si
el General Belgrano hubiese continuado o si hubiese vuelto a
reemplazar al General San Martín, es seguro que nuestras armas no
hubieran sufrido los reveses tan vergonzosos y nuestros ejércitos no
se hubieran desquiciado dejando en el Alto Perú el recuerdo de
escándalos numerosos y acabando con todo lo que habían obtenido.
Mis antepasados culpan de todos los males al gobierno de Buenos Aires
por sus intenciones personales y económicas.
-Se
hizo un silencio sepulcral, y aprovecho para preguntarle su nombre,
Isaura, como mi bisabuela me dice. Y continúa…
-Ve
señora, la historia no habla de las mujeres, mujeres aguerridas y
valientes que acompañaron a sus hombres en batalla, no solo
cocinaban y cosían como quieren hacernos creer, ellas pensaban,
opinaban, tejían estrategias y amaban, amaban como lo hizo doña
Josefa que dejó los lujos para venirse detrás de su amor. Había
que ser valiente para ir tras un hombre siendo casada en esa época.
¿O no??
Mi
bisabuela la extrañó muchísimo cuando ella se fue a Buenos Aires,
acá dejó un gran vacío, pero les transmitió a las mujeres la
valentía, el coraje de pelear por lo que uno cree justo. Algunas
cartas llegaron, andan por ahí, guardadas, donde ella le contaba las
estrategias que llevaba a cabo para defender a su cuñado Rosas,
esposo de su hermana Encarnación. Ellas juntas habían tomado la
causa rosista al extremo de ganarse el apodo de maléficas mujeres.
-La
verdad Isaura, jamás me hubiera imaginado todo lo que me cuenta. Hoy
diríamos que eran mujeres empoderadas y seguras de sí mismas.
-Pues
claro señora, me entiende ahora porque me rio cada vez que repiten
la misma falsa historia. Si hay algo que no se puede negar es que
doña María Josefa Ezcurra no siguió el comportamiento que se
esperaba de una mujer en esa época y más de la alta sociedad. Hubo
muchas así, ojalá la historia algún día reivindique sus acciones
para con la patria. Ellas fueron una parte muy importante y
necesaria. ¿Escucho usted alguna vez el dicho de que detrás de un
gran hombre hay una gran mujer?
-
Si, por supuesto, le contesto.
-Pues
aquí decimos que junto a un gran hombre hay una gran mujer…Vaya
señora, vaya, que se le enfrían las empanadas.
-Isaura,
fue un placer conocerla y sepa usted que me ha cambiado la cabeza
como se dice en Buenos Aires. Le agradezco que haya compartido su
historia conmigo.
-Gracias
a usted por escuchar a esta anciana, pero la corrijo, no es mi
historia, es nuestra historia.
Uff
como poder saborear esas exquisitas empanadas después de haber
escuchado esta historia oral. ¿Cómo dejar de pensar e imaginar a
Josefa Ezcurra como una guerrera reunida en medio de dos héroes?
¿Cómo quitar de mi mente lo impuesto de la historia para que su
recuerdo quede como la simple amante de Belgrano? Ahora entiendo
muchas cosas, ahora tiene sentido las grandes críticas de parte de
sus rivales liberales y unitarios. Quienes la caracterizaban como una
febril activista y dirigente de sectores populares, sobre todo los
mulatos, en una relación de tipo clientelar en la época rosista. Es
imposible negar la importancia de María Josefa Ezcurra en momentos
de lucha entre unitarios y federales, lucha descarnada que tuvo a Los
Altos de Ezcurra como uno de sus escenarios, así como los tuvo en el
Alto Perú.
….Si
la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra
historia: La verdadera Historia, quien quiera oír que oiga.
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